ARTE OTONIANO
El nuevo Sacro Imperio Romano |
El emperador ungido
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La época que denominamos “de arte otoniano” transcurre entre los años 928 en que Enrique I se alza con el poder y el 1.024 en que muere Enrique II, con los tres Otones entre ellos. El denominado “arte otoniano” en sí mismo durará algo más, al arte de este periodo posterior se llama “otoniano tardío”.
Aunque sólo de 100 años de duración, la actividad de toda índole desarrollada en ella ha marcado el devenir europeo.
Entre Carlomagno y y Enrique I el Imperio se ha fragmentado, el poder civil se ha desgastado y la Iglesia ha caido en manos de los emperadores. Al debilitamiento del poder civil se han unido luchas entre nobles e invasiones de diversa naturaleza. Los “otones”, entendiendo aquí como tales a los cinco monarcas precitados, se imponen un objetivo principal: La restauración del “Sacro Imperio Romano Germánico” sin pérdida de posiciones frente a la Iglesia, y lo logran.
Desde Enrique I (928-936) se inicia una etapa de estrecha colaboración entre Iglesia y Estado en la que el rey era aceptado como “gobernante” de la Iglesia, de nombramiento divino como “rex sacerdos”, elegido como vicario de Dios en la tierra. Los grandes príncipes de la Iglesia y su clero hacían las veces de funcionariado, trabajando estrechamente con la fortalecida cancilleria real y después imperial. El rey, por su parte, protegía a la Iglesia y sus propiedades, y aceptaba la tarea de crear una sociedad cristiana.
La Iglesia era el aspecto espiritual de la comunidad bajo el poder protector de un gobernante ungido.
El compromiso en la defensa de lo papal obliga a intervenciones civiles y militares contínuas en Italia. La mayor relación con esa península aporta una primera linea de contacto con lo bizantino que marcará el arte de todo el periodo. Influencia ésta de lo bizantino que se verá fortalecida además con los esfuerzos de vinculación con el imperio oriental, consagrados con el matrimonio, al segundo intento, de Otón II con la princesa bizantina Teófano.
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Quizás por todo ello, el esfuerzo arquitectónico es mayor en el campo militar, donde se llegan a levantar 10.000 castillos, que en el civil ó en el religioso. De hecho se dice que en esta época el arte estaba más orientado a los objetos que a los edificios.
En relación con la arquitectura religiosa, en la que se consagra el uso de la piedra, aunque persistan ocasionalmente otros materiales, se dan los siguientes hechos, que desglosa Bango:
• Las criptas amplían su tamaño hasta igualar la superficie de la iglesa superior
• El culto a las reliquias pierde protagonismo, siendo sustituido por las celebraciones eucarísticas que precisan un mayo número de altares
• Se mantiene el westwerk, al que se añaden torres y se simplifica por dentro
• Se recupera una mayor agilidad muraria con mayor riqueza volumétrica, mayor abundancia de motivos ornamentales, mayor decoración y aproximación al primer romanico.
• INTRODUCEN EL VANO ESCALONADO. En torno al arco se superponen arquivoltas. “En el momento en que se decida esculpir estas dovelas, estaremos ante la portada hitoriada del Románico pleno”. Es quizás el resultado de la incorporacion de arquitectos griegos, bizantinos a las costrucciones renanas.
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Cruz de Ferando y Sancha, anverso
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Cruz de Fernando y Sancha, reverso
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Pasando al campo de la imaginería, la principal aportación al románico se deriva del hecho de haber configurado la misma a partir de la reproducción de determinados modelos/prototipos, de los que deben destacarse:
1.- Theótokos: virgen madre. Inexpresividad del rostro. Ojos saltones. La Virgen, como nueva Eva, ofrece a Jesús la manzana. La nueva Eva es la representación de la mujer que redimió la especie. Hieratismo en virgen-madre, rígidamente simétrico, inexpresividad distante que la confiere solemnidad. En sus manifestaciones se cuidan más los motivos ornamentales que los plásticos expresivos, y
2.- La imagen convencional de un crucificado inexpresivo, que no puede padecer el dolor porque es Dios.. Este es el modelo que se impondrá en el románico
Pero ya se ha dicho que en esta época priman los objetos, que pueden agruparse en libros, eboraria (marfiles) y orfebrería.
Los manuscritos de la época tienen una triple influencia: carolingia, bizantina y francosajona. Con ellos se da inicio a importantes bibliotecas que hoy subsisten, pero no definen una influencia específica en el románico, en los manuscritos definidos como románicos en nuestra expresión habitual.
Sí que influyen, y notablemente, el mayor auge, la apreciación, la mayor perfección y el uso de los marfiles y de la orfebrería. Refiriéndonos a nuestra península, Fernando I impulsa la implantación de talleres en el reino de León capaces de elaborar los objetos otonianos. La Cruz de Fernando y Sancha, el Cristo de Carrizo y tantas otras muestras son manifestaciones de ese impulso que no sería mantenido con posterioridad.
Taller de La Losa
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