La construcción de un Símbolo
Caldero de Gundestrup y Habacuc en San Pedro de la Nave |
Broche de Cinturón Burgundio de Chalon-sur-Sâone. Daniel y Habacuc, según H. Leclerq.
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En este estudio intentaremos establecer los difusos lazos que pudieran haber unido al escultor del capitel de 'Daniel en el foso de los leones' de San Pedro de la Nave (Zamora), con los artistas Burgundios que labraron los broches aparecidos en un cementerio merovingio y en diversos enterramientos cristianos situados en poblaciones próximas al lago Lemán, en Suiza.
De las distintas opiniones que analizamos, escogemos la que nos remonta a la época de los hallazgos siguiendo la estela de una detallada descripción recopilada por H.-J. Gosse, Fils, Miembro de la Société d'Histoire et d'Archéologie de Genève, quien con el título SUITE A LA NOTICE SUR D'ANCIENS CIMETIÈRES TROUVÉS SOIT EN SAYOIE, SOIT DANS LE CANTON DE GENÈVE ET PRINCIPALEMENT SUR CELUI DE LA BALME, PRÈS LA ROCHE, EN FAUCIGNY, en las páginas 88 y 89 nos situaba sobre la perspectiva relacionada a continuación, en referencia precisa con tan sólo uno de los broches, cuyo dibujo introducimos al comienzo de este artículo, extraido del libro 'Diccionario de arqueología cristiana y de liturgia (1907)' de Henri Leclerq1:
Fig. 2, pi. II, los elementos fueron ya publicados por el Sr. de Caumont, en 'ABC de la arqueología', pero lo repito aquí, pues algunos detalles interesantes han sido omitidos de su compilación. La placa es un dibujo más preciso que otros, que representa a 'Daniel en el foso de los Leones'. El profeta, levanta las dos manos y parece bendecir a los leones que lamen sus pies; el cuerpo es una cruz, un signo de su dedicación a la nueva religión. Se realizó un tipo de melena muy curiosa para los leones. A la derecha de Daniel puede verse a Habacuc, el profeta, bendiciendo de la misma manera. La inscripción que rodea la la placa no deja ninguna duda acerca de los temas que están grabados, DANFEf PROFETAf = ABBACV PROFETAf.
En este punto, sostenemos ser más que evidentes las similitudes con el capitel de San Pedro de la Nave, una coincidencia que incluso apunta a una fuente común al compartir estilemas, disposición de los elementos y otras precisiones en la realización de ambas esculturas y grabados, separados entre sí unos mil quinientos kilómetros, delatando por contra, una relativa proximidad en el tiempo de su ejecución.
Remontando históricamente, mientras los Visigodos penetraban en Hispania siguiendo órdenes del emperador romano Honorio, los Burgundios, procedentes de las costas del mar Báltico, ocuparon Worms y la orilla izquierda del Rhin, pero fueron derrotados en el 436 por mercenarios a sueldo de Aecio, quien les obligaría a establecerse hacia el 443 entre Grenoble y Ginebra, concretamente en Saboya; rompiendo el tratado que tenían con Roma, hacia el 461, extendieron sus dominios sobre los valles del Ródano y del Durance, y a finales del siglo V, el reino Burgundio cubría una ámplia zona que se extendía desde Borgoña hasta el valle bajo del Ródano, y desde las Cevenas hasta la Suiza occidental.
También se sabe que en algún momento de su permanencia en las tierras orientales del Rin -hacia el siglo V-, el pueblo Burgundio se convirtió al arrianismo. Entre tanto, en aquel mismo siglo se producía la evangelización cristiana en Irlanda, dando un impulso decisivo a la vida de toda la Cristiandad céltica. Otro dato histórico nos situa hasta el siglo VI la acción misional de Roma en el continente europeo, la que dirigida hacia los pueblos 'barbáricos' ocupantes de los territorios del extinguido imperio, alcanzaron poblaciones que jamás habían sido 'romanas' pero cuya religión ya era arriana. Los iniciadores de esta expansión misional -con exclusividad absoluta en el siglo VII-, fueron misioneros celtas procedentes de Irlanda y Escocia, cuya figura más descollante y principal ejemplo de esta segunda cristianización del pueblo Burgundio, será San Columbano. La presencia por tanto de las hebillas Burgundias en los enterramientos cristianos de las zonas del lago Lemán próximas a Genève, pudieran corrsponderse con la época de esta segunda cristianización, tal y como aseveran la mayoría de autores.
La simbiosis de lo pagano con lo cristiano, también fue argumentado por Joseph Anderson en 1876, que siendo director del Museo de la 'Society of Antiquaries of Scotland', en un artículo titulado NOTES ON THE SURVIVAL OF PAGAN CUSTOMS, recrea su investigación con cuatro láminas en las que recoge cómo a lo largo de la historia, son diversas las representaciones de Daniel y Habacuc, estableciendo algunas representaciones cuyo rastro puede seguirse hasta los 'frescos' paleocristianos encontrados en las catacumbas o esculpidas en sepulcros, manufacturas que apuntan hacia al siglo II de la era; de este artículo introducimos un pasaje traducido, con parecido alcance al anterior:
La primera pregunta, entonces, es-¿Para qué hicieron sus usuarios, estas hebillas de cinturón -o broches- y qué significaban los temas grabados en ellos? La respuesta obvia fue, que eran probablemente talismanes cristianos. En ellas, la representación más común es la figura de la cruz, a veces sola, a veces como la figura central de un grupo de composiciones que parece indicar el rango de su portador o si se trataba de un miembro principal o no. La composición de este último grupo-Lámina XV- es la de un hombre de pie con las manos extendidas o elevadas entre dos leones, a veces rampantes sobre él, aunque en otras, lamiendo sus pies. El significado específico de este grupo se ha establecido con certeza por la aparición de determinados grabados en relieve en el borde del broche rodeado con letras inscritas a su alrededor. El broche o hebilla del cementerio borgoñón de Dailleus, por ejemplo (Lámina XV, núm 4), fue grabado por medio de incisiones en el borde con caracteres latinos rodeando toda la escena con las palabras DAGHIHIL DVO LEOHES PEDES EIVS LEHGEBAHT - 'Daniel, dos leones lamían sus pies'. Sin embargo, la depositada en el museo de San Germains (Lámina XVI. Fig. 1) se divide en dos compartimentos, uno con el habitual grupo del hombre rodeado de leones, y al lado una única figura humana. Este es respectivamente el título con el que se inscribe: 'DANIHL PEOPETA y ABBAOV PKOFETA'. La asociación de Habacuc con Daniel no se encuentra en la versión inglesa autorizada en las Escrituras, si no que figura en la Vulgata. Esta misma historia también está representada en detalle sobre las protecciones de cobre dorado en relieve, de un cubo de madera encontrado en una tumba en el cementerio merovingio de Miannay, cerca de Abbeville (Francia) (Véase Lámina XVI. Núm.: 4 y 5.) En una parte del cubo, el ángel está representado levantando a Habacuc por los cabellos de la cabeza, y en la otra, Daniel en el foso. Habacuc lleva la olla con la sopa en un lado y un simbólico pescado en el otro. Daniel está vestido y coronado. Sólo está representado un león, rampante. La inscripción, en letras latinas, puede leerse: [ANGE]LVS MISS[VS] DANIEL PROFETA ABBACV FERT [PANEM] IN LACY LEONVM. Sólo las partes del cubo que ilustran la historia de Daniel y Habacuc son figuradas. También había representaciones de el Salvador, nimbado y sentado en una silla ornamental, pisando la serpiente bajo su pie. A la izquierda, Adán y Eva y la serpiente susurrante rodeando el árbol, mostrando la fruta prohibida.
Las láminas que introducimos son las descritas en este párrafo y pertenecen al anterior artículo de investigación, datado en 1876. |
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Lámina XV: Broches Burgundios
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Lámina XVI: Daniel y Habacuc en diversas representaciones de la antigüedad.
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Daniel and the lions on the sculptured stones of Scotland
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Pretendemos recrear en esta investigación las distintas manifestaciones artísticas de la secuencia basada en el texto bíblico de 'Daniel en el Foso de los Leones' y de 'Habacuc', su resurgir -tal y como nos ha llegado- representada en distintos periodos alternativos de la era, ya fuere grabada sobre distintos materiales tales como escultura e incluso pintura en frescos, desenmascarando su relevancia entre las distintas sociedades europeas que las utilizaron a lo largo de su historia, a sabiendas que conocer su preceptos básicos nos permitirán establecer el correcto significado y la conceptuación simbólica que le pertence.
Es realmente sorprendente y letal a veces, intuir el proceso por el cual uno sucumbe poco a poco a la costumbre, identificando las modificaciones y exposiciones en lo que Charles Darwin llama "la lucha por la existencia" que también caracteriza -a modo de ejemplo-, el sorprendente resurgir de semillas que florecen con fuerza después de largos intervalos de inactividad, reafirmando categóricamente su decidido caracter a no extinguirse; de esta extraña manera se justifica, cómo cultivos completamente experimentales se enganchan en las nuevas iteraciones incorporadas para su sobreutilización, pero que inexorablemente subsumidos en los diferentes y arcáicos métodos naturales, suponen un avance científico que pudiera garantizar su subsistencia para ampararse en su demostrada utilidad, mejor que en el prejuicio; tal es el símbolo que analizamos y como comprobaremos, la vigencia de su mensaje permitiría considerarle válido incluso en los momentos actuales.
En lo referido al arte religioso y funerario, a pesar de no haber descansos entre las sucesivas manifestaciones artísticas -si se nos permite llamarlas así-, encontramos que no están bien marcadas las líneas de separación de los distintos períodos arqueológicos y que -con procesos similares a los descritos- nos permiten hilvanar las diferentes causas que nos dan a conocer con toda certeza la expresión de las antiguas formas de pensamiento, proporcionando analogías aplicables a la totalidad del ámbito de la arqueología y la investigación; así comprobamos, como de la 'piedra' pasamos gradualmente al 'bronce', del 'bronce' al 'hierro'... y de lo 'pagano' a lo 'cristiano'.
Sin embargo, en el campo filosófico o religioso, lo dicho anteriormente pudiera significar una contradicción, pues ante tales hechos tenemos asumido que el progreso entre los dos extremos de una serie, es 'mejor' el de los últimos tiempos, o que tal avance se mueva sólamente en una dirección, es decir, siempre hacia arriba y nunca hacia abajo; por lo tanto, la reutilización de imágenes anteriores o de religiones superadas, ignoraría totalmente ese proceso de mejora, indicando la existencia en el substrato de aspectos decadentes y manifestaciones de degradación social que se evidenciarían con la replicación de aquellos obsoletos sucesos culturales procedentes de la más remota antigüedad denostada. Sin embargo, presto es reconocer y aceptar que cada tiempo de transición expone un peculiar conjunto de fenómenos, constituyendo el más interesante y sugestivo tema de investigación a los que cualquier amante del románico puede abordar por sí mismo al quedar implíctos en su manufactura -como veremos- los postulados que dan validez a nuestra presunción.
Para que tales presupuestos adquieran su veracidad demostrable, las coincidencias entre la escultura de San Pedro de la Nave y la reflejada en la 'Hebillas Burgundias' no debían ser consideradas una simple coincidencia, si no más bien, una 'corriente' innovadora de tales conceptos implícitos en aquél símbolo, los que trataremos de documentar, argumentando cuanto esta posibilidad sitúe a nuestro alcance.
Así, en 1876, el ya mencionado Joseph Anderson -director del Museo de la 'Society of Antiquaries of Scotland'-, escribía en su artículo, en relación con la representación de 'Daniel en el Foso de los Leones': antes de que podamos comprender las peculiares modificaciones en el arte y de las costumbres cristianas de cualquier país, debemos primero conocer los especiales fenómenos en los que el paganismo se ha arraigado en su cultura. Sin este reconocimiento previo, no podremos obviar darnos cuenta de la presencia de Orfeo, encantador de las fieras, como una alegoría cristiana en las catacumbas; de "La pesadilla de Sigurd Fafni y el Dragón" en una portada de Noruega, o del "Rey Tidrik" en las jambas de las portada en Islandia; por tanto, seríamos también incapaces de comprender el significado completo de las formas más sorprendentes de la sepultura cristiana. (pag.365)
En síntesis, Anderson reconoce el sustrato pagano en el poder talismánico presumíblemente conferido a los Broches Burgundios, finalizando el autor con distintas manifestaciones que ya hemos recogido en relación con el préstamo visual de secuencias basadas en diversas mitologías europeas clásicas y la ausencia de 'Habacuc' en las manifestaciones Escocesas, de entre las que por vez primera mencionamos -por lo ignoto del tema y la curiosidad que despierta-, la investigación que paralelamente desarrolla sobre la presencia artística del episodio de 'Jonás y la Ballena' y que colateralmente enlaza con nuestro tema principal, arrojando otra luz sobre diversas escenificaciones en la realización artística de este símbolo, hebillas burgundias inclusive, que deseamos merezcan vuestra mejor atención; sin embargo nuestro estudio -a partir de este momento- debe continuar por otros derroteros: |
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Fotografía a tamaño natural Hebilla Burgundia.
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Lámina XVIII: Jonás y la Ballena. Society of Antiquaries of Scotland
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Bajo relieve en Estambul
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Desde el punto de vista de la fe cristiana, conviene que nos preguntemos quiénes fueron los burgundios; buscamos respuestas en una breve reseña de la Enciclopedia Católica, que nos indica: “Entre el 410 y el 413 los burgundios se habían asentado cerca de Mains; en el 475 ya habían avanzado hacia el sur siguiendo el Ródano y por esta época adoptaron el arrianismo."
Respecto al desarrollo de su fe, ORLANDIS ROVIRA, J, en Consideraciones en torno a la Conversión al Cristianismo en la Tardía antigüedad, en Cuadernos de Historia del Derecho, 1999, nº 6, (233-243) pp. 233-234, también nos recuerda: “El tema que nos proponemos examinar es el de la conversión al cristianismo en la Tardía Antigüedad. Se trata sobre todo de conversiones colectivas, conversiones de pueblos y, en concreto, de pueblos «barbáricos», que desde finales del siglo IV invadieron las tierras del Imperio romano.
Antes de proceder a formular algunas consideraciones de orden general sobre el fenómeno histórico de la conversión de los llamados pueblos «bárbaros», conviene recordar que no todos recorrieron el mismo itinerario. Aún limitándonos al periodo comprendido entre los siglos IV y VIII que es aquel que vamos a considerar, hubo pueblos germánicos que tuvieron una sola conversión religiosa —conversión al Arrianismo— y desaparecieron del escenario de la historia sin llegar a una segunda conversión que les hiciera abrazar el Cristianismo católico: tal fue el caso de los vándalos, asentados en el África del Norte, y el de los ostrogodos de Italia...
Hubo otro gran pueblo germánico —el de los francos que pasó directamente, sin etapas intermedias de su paganismo ancestral a la Ortodoxia católica. Ese fue también el camino seguido por los anglosajones de la Britannia Maior en el siglo VII y, a partir de la siguiente centuria, por frisios, sajones y otros pueblos que entraron en la órbita de influencia de la Francia merovingia y carolingia. Igual había ocurrido con los pueblos celtas, abiertos al Cristianismo desde el siglo IV. A la Iglesia habrían de llegar igualmente en siglos posteriores, provenientes directamente del paganismo los pueblos eslavos del Oriente y los escandinavos del Norte del continente europeo. Los pueblos que protagonizaron la aventura religiosa de la doble conversión fueron los visigodos, los burgundios, los suevos y los longobardos.”
Tanto el pueblo Visigodo como el Burgundio, pertenecen a los llamados de la doble conversión, primero abrazaron el arrianismo y después el cristianismo católico, con el cual sufrieron el proceso de integración y la desaparición de su identidad cultural propia; conviene por tanto, que nos preguntemos sobre el punto doctrinal más controvertido del arrianismo entre las siguientes líneas, extraídas de la página católica de los Sagrados Corazones: “El arrianismo tomó su nombre de Arrio (256-336) sacerdote de Alejandría y después obispo libio, quien desde el 318 propagó la idea de que no hay tres personas en Dios sino una sola persona, el Padre. Jesucristo no era Dios, sino que había sido creado por Dios de la nada como punto de apoyo para su Plan. El Hijo es, por lo tanto, criatura y el ser del Hijo tiene un principio; ha habido, por lo tanto, un tiempo en que él no existía. Al sostener esta teoría, negaba la eternidad del Verbo, lo cual equivale a negar su divinidad. A Jesús se le puede llamar Dios, pero solo como una extensión del lenguaje, por su relación íntima con Dios."
El arrianismo -por tanto- niega la divinidad del Hijo. Si niega la divinidad del Hijo, Cristo sólo tiene una naturaleza, la humana. Una vez realizada esta simplificación, ¿en qué se convierte Cristo? En un hombre santo y profeta ayudado por Dios en los momentos más difíciles de su vida. Un hombre que acabó aceptando por Dios el sacrificio.
Es necesario que insertemos en este punto, el matíz que introduce en su comentario Joseph Anderson en el artículo precitado y que dice... La asociación de Habacuc con Daniel no se encuentra en la versión inglesa autorizada en las Escrituras, si no que figura en el Vulgata..., pero desconocemos si existió alguna Biblia arriana y si este capítulo se encontraba en ella o no. Por contra, 'Daniel en el foso de los leones' es uno de los ejemplos que la Biblia católica contiene en relación con los diferentes hombres santos y profetas que aceptaron el sacrificio y fueron salvados por su fe en Dios.
Esta hagiografía comparada y su reflejo en las diferentes manifestaciones religiosas y artísticas, nos permite analizar el rastro del período coincidente con la expansión del cristianismo, que correspondiéndose con el de la conversión al arrianismo de los pueblos barbáricos por San Columbano, convergen en los períodos y lugares en los que se recopilan hallazgos en enterramientos sacros, y por ende, las distintas 'hebillas burgundias' que en si mismas vienen a corroborar el paulatino abandono de la cremación pagana en favor de las costumbres cristianas.
Del análisis comparado encontramos, tan sólo la Hebilla de Chalon Sur Sâone -única entre las que componen el hallazago arqueológico- que refleja en una de sus caras a Habacuc, junto al foso donde se encuentra Daniel con dos leones y en actitud de llevar el alimento, obedeciendo el mandato de un angel, tal y como aparece en la escultura de Saint Trophime de Arlès.
Esta ausencia de Habacuc, también ha sido constada en las cruces irlandesas de Clones y Moone.
Udo Becker, en su obra: "Enciclopedia de los símbolos" ed. Robin Book, diciendo que tales hebillas proceden de la parte occidental de Suiza, afirma que su ornamentación, al referirse a Daniel con los leones, debe entenderse con finalidades de signo apotropaico (R.A.E.: Dicho de un rito, de un sacrificio, de una fórmula, etc.: Que, por su carácter mágico, se cree que aleja el mal o propicia el bien) ó magia defensiva. Es una referencia a la figura del "dominador de las fieras" que era como parecían interpretar a Daniel; y en este caso, el autor anuncia el paralelismo existente con otras iconografías anteriores como las aparecidas en unos sellos cilíndricos de Mesopotamia, que glorifican a Gilmagesh como "señor de los animales".
En la encrucijada prescrita en los anteriores párrafos, creemos necesario establecer las siguientes reflexiones:
1.- En este primitivismo Habacuc sobraba, por lo que no es extraño que sólo apareciese en una hebilla, que, en nuestra opinión, debería ser considerada como intelectualmente más avanzada, quizás posterior ó quizás procedente de un área más "civilizada".
2.- Que no aparezca Habacuc en las cruces irlandesas puede ser hasta lógico por otros motivos: En ellas sólo aparece Daniel con otro significado, cristológico; recogiendo la asociación de ideas Cristo-Daniel desarrollada por los paleocristianos. Y
3.- No es de extrañar la relación con las culturas mesopotámicas teniendo en cuenta la naturaleza oriental de invasiones de la época.
Una de las imágenes más antiguas del cristianismo representando a Habacuc, se encuentra en la puerta de madera de la Basílica de Santa Sabina en Roma, construida en 422-432 y que, afortunadamente se conserva en estado original; la imagen que introducimos a continuación, ha sido extraída de la web 'Enseñ-Arte', y que siendo anterior al período que estimamos, viene en corroborar la existencia del capítulo de 'Daniel y Habacuc' en la Vulgata.
La ausencia del capítulo de Daniel, tanto en la Biblia británica como en la escultura de las regiones del norte de tradición celta, encargados de la segunda y definitiva cristianización de los Burgundios, nos obliga a buscar otra fuente común que nos permita la identificación simbólica adecuada. |
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Cross of Clones -Ireland-
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Burgundy Belt Clap (F. Cabrol y H. Leclerq)
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Cross of Moone -Ireland-
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Por lo leído podemos deducir que el tema de Habacuc había sido omitido en la traducción autorizada al inglés durante alguna época, no aparecía en las cruces irlandesas y las famosas hebillas burgundias sólo lo añaden por excepción.
De hecho, Habacuc interviene sólo en el segundo acto bíblico de la historia de Daniel y lo hace a regañadientes, tiene que ser llevado de los pelos por el ángel para que se cumpla lo ordenado. Habacuc es un profeta, un profeta menor, probablemente nos hemos enterado ahora de su existencia y nos atreveríamos a decir que sois pocos los que conoceis sus profecías. ¿Qué pasa con Habacuc?.
En el capitel de Daniel en San Pedro de la Nave, la imagen de Habacuc aparece en idéntica disposición que en la Hebilla de Chalon, portando una bandeja sobre la cabeza, que contiene el alimento, pero una inscripción sobre el mismo nos dice '+SCSFILIPPVSAPOSTOLVS'.
Alternativamente los 'Felipes' que pudieran estar representados, están en segundo plano y hasta se duda de su labor de apostolado, realizado en África, un continente del que sólo se conocía su litoral norte y del que sólo se sabía que había leones en su interior. Realzar la función apostólica de Felipe en África permitiría matar dos pájaros de un tiro, pero esto no se ajusta a ningún relato bíblico.
Por eso es interesante saber en qué momento cambiamos de personaje: Cuando Puig y Camps estudiaron el capitel de La Nave ¿estaba ya registrado el nombre de Felipe o lo incorporaron después cuando se descubrieron los documentos egipcios de Nag Hammadi?
Jean-Marie Hoppe, en diversas notas recogidas por Luis Caballero Zoreda en el libro 'La Iglesia de San Pedro de la Nave (Zamora)', comienza sorprendiéndonos elucubrando de entrada con la posibilidad de que tal capitel defina la intervención de maestros celtas que pudieron inspirarse ni más ni menos que en el 'Caldero de Gundestrup'. No entra en detalles y eso nos hace suponer que al caracter celta de la zona une la composición figurativa del 'Caldero? y, especialmente el peinado de Habacuc, y en menor medida el de Tomás que parecen corresponder al tipo de peinado, y corte, usado por los monjes y santos del segundo orden irlandeses, comentado en el artículo de Tonsura en la investigación de Círculo Románico. La siguiente observación que nos hace corresponde a los estilemas y detalles definitorios del estilo reflejado en las vestimentas que hacen pensar si en la elaboración del capitel participaron artistas de la madera en lugar de artistas de la piedra. Y finalmente concluir con algo cronológicamente extraño. ¿Por qué cambia el pensamiento desde Puig y Camps hasta nuestros días acerca de la identificación de Habacuc/Felipe?. Resulta que en este interregno espacial se han encontrado unos documentos en Egipto en los que, entre otras cosas, se recupera la imagen de Felipe (el que sea de los dos) no ya como discípulo sino como apóstol. Y esta idea es la que parece reflejarse en el capitel donde se podría ver a un Felipe recibiendo la coronación, sosteniendo la corona recibida como apostol; resulta que a un Felipe se lo cargan, pero el otro emigra, a Eritrea, donde incluso recibe la vista de Pablo, según consta en alguna carta, y, aunque no hay más datos, se le supone que allí hacía tareas de apostolado.
Otra vía deductiva nos llevará a interpretar que se trata de Habacuc portando una bandeja del Seder -Cena tradicional de la Pascua Judía-, tal y como se recoge 'The American Jewish Joint Distributions Committee', donde queda explicado que esta manera de llevar sobre la cabeza la bandeja con los alimentos y el pan ácimo durante la cena del Seder, sería también tradición entre los judíos españoles, los sefaradim.
Nuestra postura es 'Habacuc' por diversas razones: Porque anteriormente, el apostolado en Eritrea debía estar muy lejos de la mente de los artífices románicos, porque añadir Habacuc a la representación de Daniel en la Edad Media realzaba los valores teológicos de Daniel frente al contenido talismánico y porque Felipe en aquellas épocas, el Felipe apóstol, estaba en el limbo.
Respecto de Habacuc, creemos haber saldado defintivamente su aparición en el capitel de la iglesia visigoda de San Pedro de la Nave, a dudas de cuando se realizó la sobreinscripción relativa a Felipe, jamás debemos olvidar que en todo trabajo sólo existen dos datos objetivables:
1. El primero, el que se da en los manuales de historia, el de los estilemas, el hacer único y personal de cada maestro cantero escultor y de su taller.
2. El segundo, el que por desgracia su estudio todavía está en mantillas, el del pensamiento del teólogo redactor del programa iconográfico expresado en los detalles plásticos, en definitiva, las ideas del verdadero creador de toda la obra .
Cada vez resulta más evidente que las representaciones de un símbolo eficaz son asumidas por las culturas venideras, sin que -como ya hemos aludido- haya descansos, al no estar bien marcadas las líneas de separación entre las sucesivas manifestaciones de los distintos períodos arqueológicos ni tampoco en lo filosófico religioso, donde, desde lo pagano se sincretizan en lo 'cristiano'.
Comprobamos, cómo 'transfiguraciones' similares fueron intentadas en distintos períodos, incluso dentro de la misma escultura cristiana; así lo vimos en Sangüesa, al transformar a San Juan en San Pablo por medio de una incisa y dudosa sobreinscripción en el dintel que originariamente contenía el nombre pintado del discípulo amado. Con características similares lo encontramos igualmente en el monasterio de Silos, en Burgos; allí, en el bajorrelieve de 'La Duda' del primer Maestro, aparecen dos 'Santiagos Menores' y se omite al Mayor en el centro espiritual por donde transcurre el camino de su peregrinación y simplemente por el dictado de una inscripción, sin rastro aparente de pintura y realizada a todas luces posteriormente para incluir la imagen de San Pablo, quien como todo el mundo sabe, por no ser contemporáneo de Jesús y según el relato bíblico, le sería totalmente imposible contemplar la escena de Santo Tomás, en directo al menos. Y en la representación de Habacuc de San Pedro de la Nave, debió ocurrir algo parecido, pues en un momento determinado sobre el marco del capitel que contiene su imagen se inscribió el nombre de Felipe.
Y ya que se ha mencionado, en la iconografía del Caldero de Gundestrup se representan numerosos motivos basados en la mitología celta, como Cernunnos y Taranis y otros más con diversas caras, de las que poderosamente llama nuestra atención la de un desconocido dios o gigante que sumerge a los guerreros muertos en un caldero, en lo que parece un ritual para conseguir su resurrección; sin embargo, hemos escogido esta otra imagen por las diversas características coincidentes con lo que hablamos en este tema referido a Daniel entre leones; la postura de los brazos... los ciervos en actitud de beber agua de un posible foso, no dejan de parecernos algo más que una simple coincidencia. |
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Caldero de Gundestrup
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Broche de Cinturón Burgundio de Chalon-sur-Sâone
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San Pedro de la Nave -Daniel y Habacuc-
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Al relacionar el caldero mágico con el de la abundancia de Dagda y con diversas leyendas celtas, encontramos en este de Gundestrup el sentido apotropaico descrito para los amuletos burgundios, ya que entre otras características se le reconocería poder para alimentar a mil hombres, otorgar el saber universal a quien se alimente con su contenido o incluso poder para resucitar a los muertos.
Por otra parte, puesto que no se conoce con rigor el uso que se dió al caldero, aunque parece iniciático, podemos aceptar sus afinidades conceptuales. Al respecto, estamos cada vez más en la linea de que tal caldero debía recoger las cabezas cortadas a los enemigos, y así comprendemos su decoración mitológica, bélica y sobre todo la razón de que el caldero tenga un orificio en el centro, más propio, pues, de desaguar sangre que aguas bautismales. Al servir de primer recipiente de las cabezas también cabe el relacionarlo con Dagda.
En cuanto a lo de Daniel, cuya aparición en las hebillas burgundias ya se ha comentado, junto con las razones que asistían a tal representación, creemos que el Caldero podría ser, una asociación de ideas con el dios oriental que ya hemos citado al que se consideraba "señor de los animales" y que, por cierto, también coincide con Dagda, a quien como sabemos, encontramos sincretizado en Fuente Urbel, en Burgos.
Con estos argumentos, respecto de la utilidades del caldero de Gundestrup, estamos definiendo la metempsicosis celta, ya que es sobradamente conocido que los celtas cortaban las cabezas de sus enemigos para hacerse con sus virtudes, es decir, para alimentarse espiritualmente con ellas. Los celtas eran conocidos como el pueblo de los cortadores de cabezas.
Volviendo al estudio comparativo de la iconografía, parece una evidencia manifiesta reconocer que existen elementos que comparten al haberse podido convertir en un símbolo que acabó expresando el mismo significado espiritual.
En las dos iconografías ahora analizadas -la de la representación cristiana de Daniel y la del fragmento del caldero-, aparecen tres núcleos figurativos:
• Figura humana con los brazos en alto, lo que se ha denominado en forma ce cruz
• La presencia del agua
• Dos animales, colocados a los lados de la figura humana, que beben agua.
Estas imágenes nos conducen figurativamente hacia la simbología que podrían compartir: el símbolo de la regeneración espiritual, en definitiva, el agua como símbolo de la resurrección del creyente, tanto en clave bautismal como en clave escatológica.
Pero, todavía hay más. La presencia de Habacuc en la simbología cristiana permitiría que esta iconografía se acercase al núcleo significativo general del caldero de Gundestrup que hemos indicado:
• El caldero tendría el poder para alimentar a mil hombres
• El caldero tiene la capacidad de otorgar el saber universal a quien se alimente de su contenido
• El caldero tiene el poder de resucitar a los muertos.
Vayamos por partes, pues de la simbología del poder de resucitar a los muertos ya hemos escrito, avancemos un poco más.
El caldero fue interpretado como el símbolo del saber universal. No sabemos si es una simple casualidad; pero, de esta misma manera interpretamos en Echano, la presencia de Daniel entre dos leones con un libro en las manos, como símbolo de la Sabiduría Divina.
El caldero también fue interpretado por el poder de alimentar a muchos hombres, un símil muy cercano al del milagro cristiano de la multiplicación de los panes. Ese episodio en el que aparece el discípulo Felipe.
Prosigamos. En la iconografía cristiana de una de las hebillas burgundias y en San Pedro de la Nave, aparece la figura de Habacuc representando el símbolo del hombre santo, escogido por Dios, que es el encargado de llevar el alimento espiritual al auténtico creyente (Daniel) en los momentos más difíciles de su existencia. Si el caldero de Gundestrup garantiza el alimento para los que creen en él, Dios también es el único garante del alimento espiritual que recibe el auténtico creyente en los momentos difíciles.
Ahora bien, ¿qué poder tiene el caldero sin un intermediario que conozca su magia? ¿El caldero actúa por sí mismo o necesita de un intermediario, es decir, de un sacerdote, de un druida, para que su poder espiritual sea eficiente?
En esta misma línea de simbología espiritual, la figura de Habacuc se haría necesaria, convertido Habacuc en el símbolo de los nuevos intermediarios del alimento espiritual de Dios, en definitiva, de los sacerdotes cristianos.
¿Nos encontramos ante una simple casualidad interpretativa? ¿Hemos creado una fábula por comparación de dos elementos iconográficos divergentes, que no tienen nada en común pues pertenecen a ámbitos espirituales que no admiten comparación? ¿Nos encontramos ante una nueva evidencia de la historia de la evolución del sincretismo espiritual que realizó el viejo hombre europeo?
Todas las preguntas planteadas tienen su respuesta en el análisis de la interpretación del símbolo de Daniel en el Foso de los Leones, en clara alusión a ser un sincretismo más de los que nuestro grupo de investigación ha encontrado provinientes del mundo celta, esta vez del Caldero de Gundestrup, fusionado con pasajes bíblicos del cristianismo en la Hebilla Burgundia de Chalon sur Sâone y en un capitel del templo visigodo de San Pedro de la Nave. |
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San Pedro de la Nave
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© Grupo Ailbe, 27 Marzo 2009. |
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