El círculo está cerrado. Las piedras han dejado de hablarme. Hoy hemos colocado el último modillón, el mío, y, por fin, me he decidido a escribir este evangelio. También yo soy y formo parte de ese viejo maestro cantero, orgulloso del hacha que sostiene y alza en su mano derecha mientras que con la izquierda se mesa sus largas barbas. Lo hemos colocado bien. Ahora puedo mirar a la bestia sin miedo. Estoy preparado para ser devorado por la fiera.
El Tighearn, mi maestro, no puede ...