Uno va por ahí tan tranquilo por los campos sorianos, y de pronto se sorprende ante una galería norte, perfectamente conservada, que no tenía archivada en su magín (y es que uno ya es mayor...). Desafortunadamente, llega en mal momento, pues alguien está expulsando a una pareja, a la que ha permitido vestirse, lo que es de agradecer en estas latitudes, después de dejar a su espalda a un derrotado miserable, eso sí, con la ayuda del Crucificado que hace acto de presencia al fondo en una escena que rompe el tiempo.
Afortunadamente, uno no está solo, en su deambular por estas tierras encuentra a un perdido peregrino jacobino totalmente identificado, hasta con el lebrel que le acompaña en su devnir
Hace un frio soriano, a uno le entran temblores, que ni siquiera el Papa es capaz de compensar con su calor a pesar de haberle encontrado por estos lares, quizás en un desvio silenciado tras su cansado viaje por otras latitudes,
Pero lo que ya no se puede aguantar, aunque se agradezca el esfuerzo calentador, es encontrar ni más ni menos que al Espíritu Santo en un esfuerzo turiferario
menos mal que al final San Miguel me manda al infierno y así consigo recuperarme.
...continuará. Saludos.