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El 10 de diciembre de 2009, en el Centro Cultural "Cerro Buenavista" ubicado en el Sector III de Getafe (M), el Círculo Románico ha impartido una Conferencia bajo el título "Sorprendente Románico" cuyo contenido refleja la posición de esta entidad sobre los temas románicos en ella abordados.
La conferencia se inició con la lectura de un breve documento posicionador y continuó con el desarrollo de los contenidos reflejados en las imágenes que en formato .pps fueron exponiéndose. En el presente apartado se publica,en abierto, tanto el texto leido como las imágenes referidas.


Sorprendente Románico

INTRODUCCION

Al igual que le ocurrió a Sócrates, creo que los aquí presentes coincidimos en que cuanto más estudiamos o conocemos del románico mayor número de veces encontramos contenidos que no comprendemos, de ahí el título de “Sorprendente Románico” que hemos aplicado a esta intervención en la que mostraremos, con algunas pinceladas, factores y hechos que pueden estar incidiendo en esa incomprensión.

Antes de acometerla mi agradecimiento por quienes de una u otra forma han posibilitado que os entretenga con esta disertación que espero os sea útil:
Gracias por asistir y por vuestro tiempo, evidencia de un interés que coincide con el mío y con el de la Entidad que represento,
Gracias a los rectores de este centro, representados por Charo, y por sus gestores, que nos han permitido realizar este acto y tantos otros que a diario nos permiten difundir el conocimiento del románico, y
Gracias a los compañeros del Círculo Románico por otorgarme este voto de confianza.
Espero no defraudaros.

A lo largo de esta conferencia me referiré especialmente a nuestro románico peninsular, pero generalizando y abriéndome a otras latitudes cuando proceda.
Han transcurrido más de 800 años desde que el gótico, heredero del románico, se impuso como práctica estilística y constructiva, en algunos casos modificando lo hecho y en otros simplemente anulando la continuidad de aquello. Desde entonces, desde aquel periodo de escasa documentación, transcurrido entre los siglos XI y XII básicamente, en algunas latitudes el románico ha sucumbido además ante las barbaries de las guerras de religión, de las reformas monásticas y de las revoluciones, eventos que no alcanzaron tal magnitud en nuestra península y que nos permitieron mantener hoy una riqueza sin igual en nuestro patrimonio románico, quizás sólo afectado por la nefasta influencia de los cambios de usos, de pensamiento y del paso del tiempo sobre elementos que la propiedad y el pueblo no se preocuparon de mantener debidamente.

A esta larga trayectoria cronológica hay que unir la ausencia de preocupación intelectual al respecto. Ausencia de tal magnitud que incluso provocó una denominación inadecuada de este estilo.
Tuvo que llegar en Francia la vergüenza y preocupación por lo destruido en la Revolución para que en el siglo XIX alguien se “pusiese las pilas” y comenzase a actuar. La primera vez que se usa el término “románico” es en 1818, en una carta dirigida por CHARLES DE GERVILLE a su colega ARCISSE DE CAUMONT que la difundió años más tarde en la publicación de su “Ensayo sobre la arquitectura de la Edad media, particularmente en Normandía”, publicado en 1824. Charles de Gerville definió en su carta como románico a “Todo arte anterior al gótico y posterior al imperio romano”, asociando a las denominadas artes mayores y menores el término aplicado en la filología para las lenguas románicas. Fácil es de observar así la inadecuada utilización del término y el desconocimiento de nuestro arte ya en el siglo XIX.

Afortunadamente, también las autoridades francesas se preocuparon por restaurar lo destruido y gracias a ello la Historia de la Cultura puede guardar un recuerdo para personas como PRÓSPERO MERIMEE y su colaborador más proahijado y más efectivo, el arquitecto VIOLET LE DUC, al que merece la pena leer más de 150 años después y, en todo caso, agradecer su trabajo.

España mientras tanto seguía su aculturización característica de la época. Ya entrados en el siglo XX son los catalanes los que resucitan el románico gracias a los viajes de la Sociedad Excursionista de Cataluña por el Valle del Bohí y otros lugares pirenaicos, así como a la obra del gran estudioso PUIG i CADAFALL.

Por esa época, a partir de 1900 se comienzan a realizar en nuestro país los “CATÁLOGOS MONUMENTALES Y ARTÍSTICOS DE ESPAÑA” en cuyo cometido destaca la labor realizada entre 1900 y 1936 por MANUEL GÓMEZ MORENO, quien, entre otras aportaciones crea el término “mozárabe”, hoy en declive, y realiza el inventario de iglesias cuyas características las hacen merecedoras de la aplicación de tal denominación, todo ello como contenido de su famosa Tesis Doctoral.

En dicha época prebélica nos visita KENNETH JOHN CONANT, especialista de la arquitectura románica procedente de la Universidad de Yale, cuya obra será durante decenios un manual imprescindible, de la que destacar sus estudios sobre la Catedral de Santiago.

Tras la guerra, hombres como ANTONIO DURÁN GUDIOL, cuya obra se publica entre 1952 y 1994, se enfrentan a la situación que hasta hoy ha regido nuestro conocimiento del románico: Para difundir el románico desde la cátedra universitaria hay que haber jurado previamente la fidelidad a los principios del Movimiento, es decir, en lo a nosotros concerniente, SÓLO SE PUBLICA Y DIFUNDE AQUELLO QUE COINCIDE CON EL PENSAMIENTO DE LA IGLESIA CATÓLICA, no caben alternativas, en lo no coincidente el silencio, la separación de la cátedra ó el destierro. En esa situación se hace un magnífico trabajo que resulta básico y se omiten, se silencian hechos e interpretaciones.

Por eso, cuando las cátedras están todavía ocupadas por los más fieles seguidores de aquella generación de catedráticos postbélicos, no es extraño que se pongan en tela de juicio a los hasta ahora considerados máximos conocedores del románico como MARCEL DURLIAT, p.e. y es hasta comprensible que los máximos gurús, de obvia honestidad, expongan, como se hizo en el pasado mes de noviembre de 2009 ante un salón de actos universitario lleno hasta los topes (sic): “Debo decir que a veces siento vergüenza cuando releo lo dicho por mí en algunas de mis primeras publicaciones”.

Al felicitar al ponente, reconociendo su grandeza, ubico el pensamiento románico en nuestro momento actual y justifico el contenido de esta conferencia, que comienzo a desarrollar ante la evidencia de que el románico, por todo ello, es una “ciencia nueva” que cada día nos ofrece realidades inéditas y que por eso nos sorprende.


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