Hola a todos
De nuevo, he estado de visita por el magnífico monasterio románico de Santa María de l’Estany, Barcelona. Al hacertlo, he recordado paseos en su interior con grandes amig@s. Y he vuelto a mirar con gran admiración parte de la iconografía de su claustro.
Como en otras ocasiones ya he escrito, es cierto que, en el Románico, existen maneras y maneras de representar la iconografía de la Anunciación. En este claustro, de hecho, la representaron por partida doble:
En el caso de la segunda representación, la de la presencia del Espíritu Santo junto a la cabeza de la Virgen María, los detalles plásticos son muy interesantes. El artista fue guiado por un tedactor teológico que había leído a San Agustín.
De hecho, el monasterio de Santa María perteneció a los canónigos de San Agustín. El claustro fue un lugar privilegiado de meditación para esta comunidad de canónigos y, así, lo expresaron en esta Anunciación explicada siguiendo la teología de San Agustín. No debemos olvidar que, en el año 1080, una comunidad de canónigos de San Agustín fue enviada por el obispo de Vic a Santa María de l’Estany.
Vayamos a esta iconografía tan interesante. Si nos fijamos bien, cerca de la cabeza de la Virgen María está representado el Espíritu Santo en forma de Paloma. Además, el ángel Gabriel señala hacia la cabeza de la Virgen María. No sólo eso, sino que en el centro del estómago de la Virgen María y, de forma diferente a como se representan los pliegues de sus vestidos, hay representada una pequeña esfera.
El teólogo redactor de esta iconografía no sólo conocía el pasaje bíblico, sino también la teología interpretativa de San Agustín, ya que el Santo Patriarca latino llegó a escribir:
Citar:
“Tras estas palabras del ángel, ella, llena de fe y habiendo concebido a Cristo antes en su mente que en su seno, dijo: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.” (San Agustín, Sermón 215, 4)
Parece ser que esta interpretación de San Agustín, la Virgen María concibió a Cristo antes en su mente que en su seno, no sólo la conocía el propio Espíritu Santo, colocado en Santa María de l’Estany en forma de paloma junto a la cabeza de la Virgen, sino también el ángel Gabriel que señala la cabeza de la Virgen con dos dedos (el pulgar y el índice) de su mano. Un clara señal de la doble naturaleza del Hijo de Dios, divina y humana.
Además, para reforzar esta idea de la doble naturaleza de Cristo, sobre la iconografía de la Anunciación, volvemos a encontrarnos con tres cubos que, en esta ocasión, tienen en su interior una letra, la X (tal vez, símbolo de las cuatro naturalezas de las que habla la teología neoplatónica que se dan en Dios) con esta disposición: x / xx / x. Una disposición que habla de las naturalezas de la Santísima Trinidad, indicando con la doble xx la naturaleza doble (humana y divina) del Hijo de Dios, el que habitó el seno de la Virgen María en el mismo momento de su aceptación intelectual, para los antiguos allá por el 25 de marzo.
En el fondo, teología. Los teólogos redactores sabían muy bien lo que hacían y más en un espacio tan privilegiado como el claustro de una comunidad de canónigos de San Agustín. Sobre la otra Anunciación, los símbolos, como todos ya sabéis, ya son más comunes. La escena se rebaja de su contenido teológico. Mientras los estilemas o rasgos formales singularizan al maestro artista, los detalles plásticos individualizan al teólogo redactor del programa. En el caso de la Anunciación comentada, un canónigo regular de San Agustín que conocía a la perfección el pensamiento teológico de su maestro espiritual, el magnífico obispo de Hipona.
Un abrazo a tod@s.