Aquel domingo de junio optamos por visitar el románico asentado en los territorios burgaleses que en su día, y quizás todavía, pertenecieron al Duque de Frías en las proximidades de Villadiego, donde por cierto se nos informó que aquello de tomar las de Villadiego viene de la Reconquista, de la desbandada general de los habitantes para buscar refugio en las iglesias cuando se acercaba la morisma, vaya Vd a saber..., Pues bien, recorrimos diversos pueblos y caminos, abusando del 4x4, topándonos con muestras de diversa índole.
Era mediodía y el sol se guarecía entre nubes cuando dimos con Icedo al transcurrir entre dos pueblos por un camino de cabras que primero sube hasta donde arrancan farrallones de granito y luego baja hacia el otro valle. Icedo está en el medio, junto a las moles graníticas y ahí es donde ha permanecido toda su vida. Y digo toda su vida porque en 1995 sus dos últimos moradores decidieron bajar al valle de una manera definitiva ante el abandono de todo índole en que se encontraba la villa que les vió nacer.
Con su marcha el abandono, y con ello la progresiva demolición natural de sus viviendas, de las que solo quedan algunas paredes de piedra. Porque piedra no les faltó, ni para construir su iglesia, que cual faro de navegantes sigue presentando su torre al lado de la nave. Románico tardío si contemplamos la forma de la portada y el conjunto alterado en la ventana, o no, pero en todo caso, natural como la piedra misma. Saludos.