Registrado: Lun Jul 13, 2009 10:31 am Mensajes: 6660
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Hola a todos Hace ya unos cuantos días, en el desarrollo de otro tema, Xavi comentó la siguiente inscripción, de la catedral de Elna: 'Ecce salutare pariter fratres habitare', dando esta traducción: “He aquí como es de saludable que los hermanos habiten en comunidad”. Por otra parte, es una evidencia que, en la catedral de Elna, existían canónigos que cumplían con esta definición: “Una orden de canónigos regulares (o Ordo Canonicorum Regularium en latín) es una orden religiosa católicas formada por canónigos (es decir, sacerdotes) de una comunidad (una canonjía, una catedral, etc.) que observan la vida en común, según una regla, y la combinan con el oficio clerical y la vida apostólica” ( Wikipedia) En este marco, hoy, quisiéramos comentar el significado simbólico eclesial referido al voto de la castidad que adopta, en este contexto, uno de los dos animales esculpidos junto a la inscripción, el grifo. “Sin embargo, de las virtudes naturales de estos, bastan estos pocos ejemplos. Cuentan que el grifo posee tanta castidad, que cuando pierde la primera vez a su compañera conyugal, conserva siempre su castidad inviolada, acordándose de su consorte primera.”(Juan Escoto Eriúgena, Periphyseon) Y, como por aquí andan los canónigos junto a los grifos, sobre la relación del grifo y su simbolismo en las piedras de una catedral habitada por canónigos, quisiéramos colocar a modo de ejemplo interpretativo unos extractos de la hagiografía de San Norberto(† 1134), alguien que sabía mucho de canónigos acogidos a la Regla de San Agustín: “He aquí unos pies anchos, seguros, infatigables, que caminan bajo la ternura de la primavera, por las orillas del Rhin, esponjados gozosamente sobre la caricia de los praderíos, que los unge de un perfume de hierbabuena. Yo he visto estos pies, en el verano, polvorientos y morenos de sol, sudorosos. por la enorme fatiga, recogerse al descanso, a la sombra de la catedral de Colonia, y, al quedar reverentes, de rodillas, todos los santos, los ángeles y los grifos, que cantan un misterio de fe sobre la gloria del pórtico, han sonreído beatamente, en la frialdad de la piedra sagrada y maravillosa...”
“En las escuelas monásticas y episcopales se refugiaba entonces todo el humano saber. Turbas de copistas, en la calma serena y oracional de los scriptorios, ponían a punto las humanidades clásicas, junto a las últimas novedades de Anselmo de Bec, de Escoto Erigena, de Rábano Mauro...” Y en la Navidad de 1121, sobre las ruinas de una pobre ermita, se alza el primer monasterio de la Orden Premonstratense. El drama de su propia vida —la traición que hizo al estado eclesiástico con su vida desarreglada— va a encontrar aquí un muy original y divino remedio. Bajo la regla de San Agustín no busca Norberto a los monjes, sino a los clérigos: en una vida común, tan rigurosa como la de los cenobios, sus canónigos regulares aseguran en el estudio, en la penitencia y en el silencio ese potencial de vida interior que es la clave de todo apostolado: no permanecerán en clausura, ni adscritos de por vida a un monasterio, como los monjes, sino que deben andar y andar a la conquista de los pecadores, derramando el cáliz de su corazón, que está lleno de Cristo, sobre las almas abandonadas e ignorantes. Y así van por las ciudades y las campiñas, con su hábito de lana blanca, como ángeles de la buena noticia, adoradores del sacramento y heraldos de Santa María.”(de la web mercaba.org) Hasta los detalles plásticos más pequeños nos hablan de las correspondencias que se dejaron esculpidas en las piedras románicas. Un abrazo a tod@s
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