Queridos amigos:
Uno de los mejores filósofos y semiólogos del siglo XX, el ruso Bajtín, aportó en sus estudios varios datos que, como tanto defendemos aquí, desmitifican la visión oscura y tétrica de la cultura medieval. En su obra
La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento afirma que el hombre medieval se desenvolvía en dos tipos de existencias: la v
ida oficial y la de carnaval; una forma piadosa y seria de concebir el mundo, y otra cómica (J. Rubio Tovar). Esto nos recuerda muchas de esas representaciones escultóricas de nuestro románico en las que lo carnavalesco se une a lo religioso, como en estos casos del Alfoz de Sepúlveda, donde figuran, junto a personajes eclesiásticos, danzantes, músicos o contorsionistas...
Santa Marta del Cerro.
Asunción de María
...pero también era frecuente en manuscritos iluminados y en los géneros literarios de la época, como la épica, los fabliaux o las vidas de santos, en los que se pueden encontrar, descritas o pintadas, seres fantásticos o imaginarios junto a imágenes piadosas o a otras grotescas. Me resulta muy curiosa esta miniatura de San Pablo sujetando un ser híbrido:
Paris, Bibl. Mazarine, ms. 0002, Bible (1100-1124)
Este sentido lúdico en la Edad Media, más frecuente en espacios secundarios como los tejados-canecillos en la escultura o los márgenes de los manuscritos, se alejan de los programas iconográficos situados en portadas o lugares estratégicos, que sí suelen intentar trasmitir una enseñanza moral o religiosa e incluso, como muchas veces nos ha mostrado Fer, todo una programa teológico. En estos otros casos, parece que el juego, la burla o la provocación, es el mayor aliciente del artista.
Además de los carnavales propiamente dichos, que iban acompa¤ados de actos y procesiones complicadas que llenaban las plazas y las calles durante días enteros, se celebraban también la "fiesta de los bobos" (Testa stultorum) y la "fiesta del asno"; existía también una "risa pascual" (risus paschalis) muy singular y libre, consagrada por la tradición. Además, casi todas las fiestas religiosas poseían un aspecto cómico popular y público, consagrado por la tradición. Es el caso, por ejemplo, de las "fiestas del templo", que eran seguidas habitualmente por ferias y por un rico cortejo de regocijos populares (durante los cuales se exhibían gigantes, enanos, monstruos, bestias "sabias", etc.). La representación de los misterios acontecía en un ambiente de carnaval. Lo mismo ocurría con las fiestas agrícolas, como la vendimia, que se celebraban asimismo en las ciudades. La risa acompa¤aba también las ceremonias y los ritos civiles de la vida cotidiana: así, los bufones y los "tontos" asistían siempre a las funciones del ceremonial serio, parodiando sus actos (proclamación de los nombres de los vencedores de los torneos, ceremonias de entrega del derecho de vasallaje, de los nuevos caballeros armados, etc.). Ninguna fiesta se desarrollaba sin la intervención de los elementos de una organización cómica; así, para el desarrollo de una fiesta, la elección de reinas y reyes de la "risa". M. Bajtín.
Sª Mª la Mayor, Uncastillo.
Abrazos.