Hola a todos
Está claro que, en los grandes conjuntos iconográficos del Arte Románico, el maestro artista siempre tuvo detrás un teólogo redactor que supervisaba su trabajo y que, además, lo guiaba. En muchas imágenes, lo expresado artísticamente va más allá de la lectura recta de una perícopa o pasaje de la
Biblia. A veces, se colocan detalles plásticos que nos informan de la realidad teológica de una determinada época histórica.
No me cansaré de escribir que, en el Arte Románico, los detalles plásticos menores hablan por sí mismos de su correspondencia con textos no solo tomados directamente de la
Biblia sino también textos que son de naturaleza teológica y que se incrustan en la imagen de forma natural, sin ser forzados. Para que se me entienda, coloco un ejemplo sobre el que en alguna ocasión ya hemos dialogado desde otras perspectivas.
La imagen representa el momento del reconocimiento del pecado original. Se trata de uno de los mosaicos bizantinos de Santa María la Nueva, en Monreale, Palermo. Está claro que la presencia del texto bíblico es evidente. Solo hace falta mirar el juego gestual de las manos y los dedos de los tres personajes representados para darnos cuenta que se intenta reproducir el final de esta perícopa:
Citar:
7 Entonces se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que estaban desnudos. Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de higuera. 8 Al oír la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín, a la hora en que sopla la brisa, se ocultaron de él, entre los árboles del jardín. 9 Pero el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: "¿Dónde estás?".10 "Oí tus pasos por el jardín, respondió él, y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí". 11 Él replicó: "¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que yo te prohibí?". 12 El hombre respondió: "La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de él". 13 El Señor Dios dijo a la mujer: "¿Cómo hiciste semejante cosa?". La mujer respondió: "La serpiente me sedujo y comí".
(Génesis III)
Intentaré ser breve. De nuevo, los detalles plásticos nos remiten a una imagen enriquecida por la presencia de símbolos que están tomados de tratados de naturaleza teológica. De hecho, estos detalles nos hablan de una interpretación de la teología neoplatónica.
1. El Paraíso solo está representado por dos árboles. De hecho, en la imagen solo se representaron dos árboles: el del bien (junto a Cristo) y el del conocimiento (en medio de Adán y Eva).
Alguien, con una determinada instrucción teológica ha visto más que una persona del pueblo que se limitaría a decir: la representación del Paraíso. Alguien con conocimientos teológicos de la época, los enseñados en las principales escuelas catedralicias de Europa ha podido leer en la colocación de los dos árboles:
Citar:
“En el mismo Paraíso, el citado Teólogo, el gran Gregorio expone que hay dos árboles, de los que uno –como él dice- tiene el nombre de “Todo” y el nombre del otro es “Mezclado”.... Por tanto, ninguno de los que siguen la doctrina del citado Teólogo piense que en el Edén hay muchos árboles de diversas formas y frutos diversos como si fuera una selva copiosa, plantada de multitud de árboles, sino que sólo había dos: "Todo" y, el otro, "Mezclado".
“El “Todo” árbol es el Verbo y la Sabiduría del Padre, nuestro Señor Jesucristo, que es todo árbol fructífero, plantado en medio del Edén de la naturaleza de dos modos. .. Su fruto es la vida eterna... Su aspecto es bello. Él es lo Bello y la Belleza de todo lo bello, es causa y plenitud de la belleza....”
“Así pues, queda que hablemos del “Mezclado”, esto es del árbol del conocimiento del bien y del mal... De acuerdo con el Maestro citado, cuya opinión sobre el Paraíso no solamente seguimos sino que también la recapitulamos, el “Mezclado” es la maldad disfrazada de bondad en la fantasía enraizada en los sentidos corporales, es lo contrario al primer árbol que es “Todo”. Pues de la misma manera que en el primer árbol, uno imagina todo bien y está todo bien, así también en el “Mezclado” se encuentra la totalidad del mal..."
Por eso, el árbol colocado junto a Cristo tiene frutos y el otro está ubicado junto a los cuerpos de Adán y Eva. No interpreto más para no alargar esta entrada.
2. La creación se hizo en el logos, en el principio, en Cristo. Por eso, Cristo sostiene en su mano izquierda una filacteria o rollo profético. Precisamente, proféticas fueron esas palabras pronunciadas por Dios.
¿Por qué colocar a Cristo como el creador en el episodio de la creación de Adán y Eva en medio del Paraíso? Hay que estar atentos a la interpretación teológica neoplatónica de la época que dan la traducción en sentido existencial. Entonces, toda la interpretación cambia:
Citar:
“El más divino de los profetas –me refiero a Moisés- en la primera página del libro del Génesis dice: “En el principio, Dios hizo el cielo y la tierra”.... Por mi parte, habiendo considerado las interpretaciones de los diversos comentadores, ninguna me parece más probable y más verosímil que aquel significado por el que, en las palabras expuestas de la sagrada Escritura, esto es, que por el significado de cielo y tierra, entendamos las causas primordiales de toda criatura, a las que el padre había creado en su Hijo unigénito, quien es denominado con el nombre de Principio.”
“Y mil textos más. Por otro lado, nos dice que las sustancias de todos los entes han sido creadas en el Verbo; lo atestiguan los testimonios citados. “Dios hizo el cielo y la tierra en el Principio”, y “todas las cosas han sido hechas en la Sabiduría”. El Principio, la Sabiduría y el Verbo no son cosas distintas, sino que con todos estos nombres se significa el Hijo unigénito de Dios, en el cual y por el cual el Padre ha creado todo”.
(Juan Escoto Eriúgena, Periphyseon)
Está claro que alguien con una mínima instrucción en este tipo de teología medieval entendía de otra manera la imagen.
3. En este contexto, los ceñidores, las famosas hojas, adquieren otra significación que puede interpretarse en la misma clave de filosofía teológica:
Citar:
“Pero quizá tú quieras saber si Dios plantó en el Paraíso… dicho árbol, cuyo fruto mezclado y confuso es el deseo del bien y del mal. Se puede interpretar, sin inconveniente, que la higuera en el mandamiento divino de la ley entregado a los primeros hombres en el Paraíso. El mandamiento era el siguiente: “Comed de todo árbol del Edén, pero no comáis del árbol del conocimiento del bien y del mal. Y los primeros hombres al no querer comer de este alimento y al creer más en la interpretación engañosa de la serpiente, eligieron no el fruto de la higuera legal para provecho de su espíritu, sino las hojas vanas y llenas de engaño.
Luego Adán me enseña en qué consisten estas hojas, el cual con las hojas de la higuera se hizo ceñidores después de haber pecado, él que más bien debió comer de sus frutos. El justo elige los frutos, el pecador, las hojas… Así pues, la interpretación correcta- esto es, la espiritual- de la higuera es la interpretación que da fruto, bajo la cual reposan los justos y los santos… En cambio, la interpretación incorrecta no podrá producir fruto ni conservar su lozanía. Y lo que es más grave, Adán se cubrió con esta interpretación negativa de la Escritura, cuando debió más bien cubrirse con el fruto de la castidad”.
Supongo que, llegados aquí, puedo escribir que la correspondencia entre el texto bíblico enriquecido por una lección de naturaleza teológica neoplatónica y los detalles plásticos menores del conjunto es asombrosa. No, en los grandes conjuntos iconográficos donde se expresó el Arte Románico, las imágenes no son una simple
Biblia pauperum. Detrás, hubo hombres con una gran preparación intelectual.
Cuidaos mucho, que esto va para largo.Un abrazo a tod@s