Hola a todos
Ya que estamos en verano, una entrada un poco larga.
Existe un tipo de correspondencia un poco especial: el valor de la representación de un santo convertido como símbolo. Pondré un sencillo ejemplo: el modelo de vida y de expresar la fe que significa San Juan Evangelista frente al mismo modelo que representa San Juan el Bautista.
Dos modelos que, en el fondo, se convirtieron en las dos maneras más básicas (si me dejáis escribirlo así) de interpretar la vida religiosa: la de los clérigos, la de los monjes. Y, como máximos representantes del modelo de vida religiosa que representa San Juan Evangelista, encontramos los canónigos regulares de San Agustín.
Tal vez, por eso, en el conjunto mural de Bagüés (Zaragoza) actualmente en el Museo Diocesano de Jaca (Huesca) se representó de esta manera a San Juan Evangelista y sus discípulos connotados como clérigos con esas ropas litúrgicas y hasta lo que parece ser un Misal:
Y a San Juan el Bautista y sus discípulos de esta otra forma, con los discípulos vestidos de una manera más cercana a lo que podría ser el vestido de trabajo de un monje, pero no ropas litúrgicas:
En el fondo, dos maneras de entender la vida religiosa que acabaron teniendo sus momentos de tensión:
Citar:
A partir de este momento hay, en las numerosas comunidades extendidas por Europa, la conciencia de formar parte de una orden específica, con una historia que sus mismos componentes irán creando. Se generaliza la creencia de que una tradición especial hace descender a los canónicos regulares de los apóstoles, y tener por legislador y padre a san Agustín. La nueva reforma se introduce, como elemento tensionante, en el panorama eclesiástico del momento. La tensión se produce, como en toda reforma, entre el pasado y el futuro, proyectando luces y sombras sobre el instante presente. Al principio es un movimiento que convivirá pacíficamente con otras causas corporativas espirituales, pero más adelante, con el paso del tiempo, se multiplicarán las rencillas entre canónigos y monjes, aduciendo una mayor legitimidad doctrinal para los primeros, por el hecho de ser presuntos continuadores de los apóstoles en relación a su prédica a los feligreses, con respecto a los monjes que, según ellos, serían hombres retirados del mundo sólo preocupados por su propia santificación
PUIGARNAU, A. Imago Dei y Lux mundi en el siglo XII. La recepción de la Teología de la Luz en la iconografía del Pantocrátor en Catalunya, p. 37.
En el fondo:
por el hecho de ser presuntos continuadores de los apóstoles en relación a su prédica a los feligreses, los canónigos; frente a:
serían hombres retirados del mundo sólo preocupados por su propia santificación, los monjes.
Por eso, en algunos conjuntos de imágenes de templos y monasterios de Canónigos regulares de San Agustín, se le dio tanta importancia a algunos de los episodios de la vida pública de Jesucristo. En este mismo contexto, no se debe olvidar que los modelos de vida religiosa también condicionaron las iconografías que se representaron. Por eso, una imagen como esta, la del tema del
Lavatorio de los pies , está presente en el claustro de dos grandes monasterios benedictinos.
Tanto en el monasterio de Santo Domingo de Silos, Burgos:
como el de San Juan de la Peña, Huesca:
los monjes veían cada día en el claustro la imagen del
lavatorio de los pies y podían pensar en el siguiente pasaje del
Evangelio de San Juan:
Citar:
Se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido. Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?» Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde». Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo». Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza». Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos». Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios todos». Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.
Pero, a la vez, también están pensando en el capítulo LIII de la
Regla de San Benito que deben cumplir:
Citar:
Dé el abad aguamanos a los huéspedes, y láveles los pies con asistencia de la comunidad, y concluido el lavatorio, dirán todos este verso: Suscepimus Deus misericordiam tuam in medio templi tui. Póngase, sobre todo, el mayor cuidado en el recibimiento de los pobres y peregrinos, porque en estos se recibe a Jesucristo más particularmente que en los demás; porque los ricos y poderosos bastante recomendación se atraen con su soberanía, para que se les de el honor debido.
¡Vaya correspondencia entre
Cristo y el
Abad, ¿no? Pero, bueno, esto ya lo dice el mismo capítulo II de la
Regla de San Benito:
Citar:
El Abad que ha sido tenido pro digno de gobernar algún monasterio, debe acordarse siempre de este nombre, y llenar con obras el nombre de Superior, porque se cree en verdad que hace las veces de Cristo en el monasterio; pues se le da el mismo tratamiento, según el Apóstol que dice: Recibisteis el espíritu de adopción de hijos por el cual clamamos Abad, Padre. Por tanto, el abad nada debe enseñar, establecer o mandar, que se aparte (lo que Dios no quiera) DE los preceptos del Señor: lejos de esto, sus mandatos y doctrina deben, al modo de una levadura de la divina justicia, derramarse en los corazones de sus discípulos.
No me enrollo más. Espero que se me haya entendido. Incluso ante una misma imagen, el modelo de vida religiosa (canónigos-monjes) condicionaba la interpretación del símbolo que la figura representaba. Por eso, existen diferencias notables entres los conjuntos de imágenes que se colocaron en los centros religiosos gestionados por los monjes y los administrados por los clérigos. Y, claro está, todo esto no se ve en el trabajo del maestro artesano sino en los detalles plásticos en los que habla el pensamiento y el modelo de vida del teólogo redactor del programa, un canónigo o un monje con autoridad eclesiástica dependiendo de cada caso.
¡Feliz día!Un abrazo a tod@s.