Hola a todos
Antes de nada, un pequeño aviso: se trata de una entrada un poco larga, para hacernos entender un poco más, que luego algunos escriben que soy una "rara avis"

. Pero, no por eso, tengo que estar equivocado, ¿o sí? Dialoguemos y reflexionemos un rato, que de esto se trata, de pasarlo bien en torno a nuestra afición común, el Arte Románico.
Es evidente que conocemos que existen capiteles como el siguiente del monasterio de Celas, actualmente en el Museu Nacional Machado de Castro de Coimbra, en el que la Virgen María recibe el Espíritu Santo el día de Pentecostés. Coloco el enlace:
http://www.museumachadocastro.gov.pt/pt ... spx?id=126Pero, se tiene que tener presente que se trata de un capitel ya datado en el siglo XIII y no queda nada claro que, al contrario de lo que ocurre con los discípulos, la Virgen María reciba de nuevo el Espíritu Santo (hay que recordar la Anunciación).

Por eso, ahora conviene recordar que, en torno a la fecha de 1215 (el IV Concilio de Letrán), la Iglesia de Roma se ve en la necesidad de reivindicar con el episodio bíblico de Pentecostés que ella es la Iglesia verdadera, la que precisamente había nacido en ese día, el de Pentecostés.
De hecho, lo hace ante la "presión intelectual y de fe" de los llamados milenaristas, encabezados por Joaquín de Fiore, que indicaban que la verdadera Iglesia, la de los monjes u hombres espirituales que no la de los clérigos o romana, nacería en 1260.
Citar:
“Joaquín aplica este texto a su tercer estado. De hecho, cuando crea su propia comunidad de monjes no lo hace con la idea de restaurar viejos ideales de perfección, sino que lo hace mirando a un futuro preñado de novedad. Para él, San Benito fue el “iniciador” de esa nueva era. Él quiere una nueva orden de eremitas, cuyo modelo de vida no es la vida apostólica, sino la vida de los ángeles... Se trata de “hombres espirituales” comparables a los ángeles de los que habla el Apocalipsis (Apoc. 14, 17-18)...
No será ya éste el tiempo de la Iglesia de los sacerdotes, porque ellos habían sido propuestos para la administración de las figuras... De esta manera, a la edad de Pedro (la iglesia de los clérigos) sucederá la edad de Juan (la iglesia de los hombres espirituales)."
PINEDA de la, J. A, (Departamento filosofía, Universidad de Oviedo), Lógica del gran tiempo en Joaquín de Fiore (1130-1202), en Teorema Vol. XXII/3 (2003), pp. 131-142, p. 136
Por eso, en ese concilio, se condenó el pensamiento de Fiore sobre el Espíritu Santo. Lo que no cabe la menor duda es que, durante el último cuarto del siglo XII y los primeros quince años del XIII, en el cristianismo romano, existió esta fractura entre dos maneras teológicas de exponer la doctrina de la Trinidad. En el seno de la Iglesia, las dos posturas se fueron posicionando: mientras los unos se aliaron con la manera de pensar de Pedro Lombardo, los otros decidieron seguir la de Joaquín de Fiore. Entre los primeros defensores de Pedro Lombardo encontraríamos a los maestros en teología de París.
Sin embargo, como señala Elisabeth Reinhardt5, conviene recordar que la teología de Pedro Lombardo también sufrió las críticas de prestigiosos maestros en teología en París: Ricardo y Gualterio de San Víctor, y de Gerhuch de Reichersberg. Una presión de sospecha doctrinal que, en torno al Concilio Lateranense III (1179), afectaría de forma directa al concepto teológico del nihilismo cristológico planteado por Pedro Lombardo. Fue el IV Concilio de Letrán el que restableció la fama de Pedro Lombardo en detrimento de Fiore, con lo que en 1215 se frenó la difusión de las obras de Joaquín de Fiore. El pensamiento del Florense recibiría el mazazo final de manos de Tomás de Aquino, el valedor más destacado de la teología académica. Tampoco se debe olvidar que el concilio censuró la doctrina trinitaria de Joaquín de Fiore, pero salvaguardó tanto su persona como su obra.
Con imágenes como esta del capitel de Celas, la Iglesia de Roma quería dejar muy claro que ella (la iglesia de los clérigos) era la nacida aquel día de Pentecostés y la que continuaba la vía apostólica. No se necesitaba que el Espíritu Santo volviese a manifestarse para dar paso a la Tercera Era o Edad, la que se iniciaría en 1260 y se conocería como la del Espíritu Santo. Una Iglesia en la que la Virgen María tendría un papel central. Ideas que son recogidas de esta manera:
Citar:
"El tercer autor de este grupo que vamos a examinar es el famoso cisterciense calabrés Joaquín de Fiore ( 1202), que presagió el tercer estadio de la historia, el reino del Espíritu Santo, que tendría que suceder al reino del Padre (Antiguo Testamento) y al reino del Hijo (Nuevo Testamento). Ahora bien, María, unida íntimamente al Espíritu Santo, es la indicada por Joaquín como Madre-Genitrix espiritual de la Iglesia santa y renovada de la edad tercera. Joaquín no usa explícitamente la expresión Esposa del Espíritu Santo, pero su explicación simbólica de la edad tercera la contiene implícitamente del modo más formal. Así, en el centro de la tabla XII en torno a la Paloma (= Espíritu Santo), leemos estas palabras: «Oratorio de santa María Madre de Dios y de la santa Jerusalén -sede de Dios-, esta casa será madre de todos», afirmación clara de que el Paráclito se servirá de María-Esposa como Madre de la nueva Iglesia espiritual, en oposición a la Iglesia carnal."
PYFFEROEN I. y VAN ASSELDONK, o.f.m.cap., María Santísima y el Espíritu Santo en San Francisco. Artículo electrónico, p. 9.
De ahí, la importancia que da la Iglesia de Roma a la introducción de la Virgen María en el episodio de Pentecostés. Sin embargo, existe un dato historiográfico que conviene tener en cuenta: en 1218, la comunidad de Silos (cuando el obispo don Mauricio de Burgos vuelve del concilio) fue excomulgada. Y da la casualidad que el símbolo de la única paloma esculpida en todos los relieves de su claustro (y no se labró precisamente en el relieve conocido como el de Pentecostés) acabó decapitada.

La Iglesia de Roma ya se consideraba poseedora del Espíritu Santo y no se tenía que esperar a la fecha profética de 1260. Por eso, aparece esa nueva manera de expresar el día de Pentecostés con la presencia central de la Virgen María. Una imagen que fue la que acabó triunfando con el paso de los siglos.
Pero, desde el punto de vista de la teología, hay una pregunta que todavía me inquieta más: ¿la Virgen María necesitaba que el Espíritu Santo descendiera sobre ella por segunda vez cuando lo había hecho el día de la Anunciación? Además, el relato de los
Hechos de los Apóstoles dice:
Citar:
"Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. 2 De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban, 3 y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos. 4 Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran".
No hay una mención explícita a la presencia de la Virgen María. Como mucho, si se quiere, hay que echar mano del contexto del capítulo primero. Por eso, opino que la aparición de la Virgen María en las iconografías que hacen referencia a Pentecostés nacieron con otro tipo de motivaciones y en un contexto histórico claro: la lucha de la Iglesia de Roma contra las ideas del movimiento milenarista que profetizó que, en 1260, nacería la Tercera Era o Edad, la del Espíritu Santo. Por lo tanto, era un movimiento que no daba como definitiva la presencia del Espíritu Santo a partir del día de Pentecostés.
Y, ahora, antes de acabar esta reflexión, recordemos el llamado relieve de Pentecostés de Silos y lo comparemos con el del monasterio de Celas.

En el monasterio de Silos, ¿no podían haber esculpido el tema de Pentecostés de una manera tan explícita como lo hicieron en el monasterio de Celas? Como siempre escribo, buenos los maestros artesanos (esos sobre los que nunca escribo; tengo una norma: zapatero a tus zapatos), pero también muy buenos los teólogos redactores de los conceptos. Por eso (es opinión mía), creo que se debe conocer el pensamiento de la época y la evolución de las ideas para interpretar de forma correcta las diferentes iconografías del Arte Románico.
Y, ahora, nos volvemos a sumergir en el hermoso silencio.
Un abrazo a tod@s