Hola a todos
Hoy, sábado, una entrada un poco especial.
Aunque ya lo colocamos la semana pasada en otro tema, reproduzco un Microrrelato (
Y Dios se arrancó los ojos) basado en el conjunto de las pinturas murales del templo de Sant Martí de Puig-reig (Barcelona), una encomienda de la
Orden del Temple. Si lo colocamos aquí es por la relación que se produce entre narrativa y románico. Además, esta mañana lluviosa de abril, me ha dado por recordar a todas las personas que he tenido la suerte de conocer gracias al Arte Románico.
Muchas gracias a tod@s por lo que hemos vivido junt@s.En este conjunto de pintura mural, se producen una serie de particularidades de las que solo os nombro dos para que podáis entender de forma correcta el relato.
1. Todos los personajes masculinos (el Niño-Dios, el arcángel Gabriel y el sumo sacerdote Zacarías) están representados sin el iris de los ojos y sin marcar sus pupilas, como si fueran ciegos. Los tres vendrían a representar a seres espirituales que han visto “la luz de Dios”.
2. Si se mira bien, el arcángel Gabriel no señala una columna de un templo, sino que está indicando la Santa Copa, el Santo Grial, hay que fijarse bien en el color verde esmeralda.
Espero que os guste. Está dedicado a mi buen amigo
Xavier Díaz Carpi. ¡Ah!, podéis compartirlo, si os gusta.
Citar:
Y Dios se arrancó los ojos Escribe mi última declaración. Por fin, Dios descansa. Su esencia no puede escapar, reposa en el interior de estas pinturas. Frey Roig de Benviure lo dejó todo bien anotado. He seguido sus instrucciones al pie de la letra. He mezclado bien los eones divinos, el secreto de la eternidad. Los gnósticos tenían razón. Dios se arrancó los ojos para crear átomos de tiempo que no mueren jamás. Desde hace algunos años, unos pocos templarios somos educados en la verdadera ciencia. Ningún mortal sin instrucción se fijará en los pigmentos blancos. El arcángel San Gabriel y el Sumo Sacerdote, Zacarías, están representados como ciegos. La masa que he colocado en sus vacíos ojos no se destruirá jamás, contiene las semillas de la eternidad. Los hombres mortales verán la representación de una Anunciación junto con una Visitación. No serán capaces de encontrar las últimas partículas de Dios. Están bien escondidas. Forman parte de esos ojos que he representado sin iris, ni siquiera he marcado sus pupilas. Los he dibujado ciegos. Vieron más que cualquier otra criatura. Conocieron la intimidad impenetrable de Dios. A diario, lo visitaban en el interior del templo de Salomón. Allí, recogieron las lágrimas que Dios derramó en la Creación por la desobediencia de los hombres. Después, las escondieron.
Los pobres compañeros de Cristo se lo debemos a nuestro Gran Mestre, Gérard de Ridefort. Perdió batallas, pero entró en el corazón de la cueva sagrada de Jerusalén. Al año siguiente de la masacre de los Cuernos de Hattin, le entregó la esencia de Dios a frey Roig de Benviure. Todos nosotros lo sabemos. A pesar de lo que cuentan las crónicas, conseguimos salvar algunos fragmentos del Lignum Crucis.
De hecho, moriremos por guardar este y otros secretos. Después de esa batalla, nuestro hermano mayor no solo encontró el Santo Grial sino que también conservó las lágrimas de Dios en su interior. No lo olvides. Solo algunos hermanos conocemos la verdadera naturaleza del Santo Cáliz. Roig de Benviure ordenó que lo representáramos para la generaciones futuras de iniciados. No se distingue a simple vista en las pinturas. Hay que fijarse bien. Como sabes, no he dibujado una columna más del templo de Jerusalén sino la forma perfecta de la copa eterna. El color verde esmeralda constituye la clave de interpretación. Aquí, en el templo de Sant Martí, en el corazón de nuestra encomienda, hemos escondido el secreto que conduce al gran misterio. El Santo Grial no estaba ni está compuesto de átomos de materia sino de los eones de luz que nacieron de las únicas lágrimas que Dios lloró. Recuerda este principio siempre. Nosotros somos los auténticos adoradores del Dios que dijo de sí mismo: "Ego svm lvx mvndi".
La cardelina ha cantado. Hoy, es el equinoccio de primavera. He colocado la verdadera imagen de Dios en el interior de los pigmentos. He hecho la pasta como el maestro dejó escrito. No la he tocado con las manos. La he mezclado utilizando un fragmento de la reliquia de la cruz de Cristo. Con el paso del tiempo, nadie conocerá su misterio. Tengo que esconder la verdad. He seguido bien todas las instrucciones. Las lágrimas eternas de Dios vivirán para siempre en Puig-reig. La anfisbena me observa. La hija terrenal de Medusa, la serpiente ciega de dos cabezas, siempre me ha guiado hacia los oscuros sueños en los que vive el auténtico conocimiento. Ella es la mensajera de la última verdad.
Ya he recorrido todo mi camino. Vuelvo a la luz. Regreso a casa. Dentro de unas horas, también yo entraré en la esencia impenetrable de Dios. Después de colocar la mezcla en la pared, he hecho el acto final que ordenaba el pergamino. Me he arrancado los ojos. Estoy ciego. Esconde este escrito.
(Fernando Ezquerra Lapetra)
Si habéis llegado hasta aquí, espero que os haya gustado.Y, si os apetece, podéis compartirlo.
¡Feliz sábado!Un abrazo a tod@s