Hola a todos
Ya que es domingo, ¿cómo hablar del Dios-luz? Está claro que, en el románico, conocían que la manifestación de la segunda persona de la Trinidad ha sido a través de una doble naturaleza: la humana y la divina. Y que, además, Cristo había afirmado: "
Ego svm lvx mvndi".
En fotografías como esta, la luz juega con las sombras en un claro simbolismo. Por eso, siempre que contemplo en directo o en forma de fotografía estos juegos lumínicos, me pregunto si esta presentación de la luz fue buscada de forma intencionada, hasta en el último detalle, en el momento de la construcción del edificio románico.
En la parte baja de ábside, la que vendría a representar el plano de la Tierra, la manifestación de Dios en sus tres personas. Sobre ella, en el plano que vendría a representar el Cielo, la manifestación de Dios en una única persona, aunque en una ventana doble.
Arriba, la ausencia de luz, un bonito símbolo de la impenetrabilidad de Dios. Y, entonces, cuando llego a estas ideas, me acuerdo de pensamientos como los siguientes:
Citar:
Según este esquema, Dios, Creador, no puede ser conocido sino por una doble teología compuesta de términos opuestos, que se complementan: teología afirmativa (katafatiké) y negativa (apofatiké): la teología afirmativa aplica a Dios nombres positivos (p. ej., Ser, Verdad, Esencia), pero de una manera translaticia, metafórica, con respecto a las cosas creadas y por cuanto que Él es la causa de estos atributos en los seres. La teología negativa, considerando la excelencia de Dios y su inefabilidad, le niega tales atributos. Ambas vertientes se sintetizan en las fórmulas con que E. califica a Dios: Superesencia, Superverdad, etc.; se afirman tales atributos (t. afirmativa), pero al tener la partícula «super» quedan negados (t. negativa). E. añade que mejor se conoce a Dios por vía de negación que por afirmaciones. Este Dios en sí incognoscible para nosotros, resulta ser también incognoscible para sí, ilimitado, indistinto. Solamente llega a conocerse cuando se limita, se distingue en su esencia, lo cual se realiza en el acto de la creación: Dios, creando, se «autocrea», se manifiesta a los demás seres y a sí mismo, bien entendido que ello no implica panteísmo, monismo, pese a los textos ambiguos que a veces emplea: E. hace clara distinción entre Dios y creaturas afirmando claramente la trascendencia de Aquél (hasta el extremo de llegar a la concepción dé una teología negativa y de una impenetrabilidad de Dios).
La creación, pues, es una explicitación de lo que implícitamente estaba en Dios; es una teofanía que procede por iluminación. Gracias a esa proyección de luz divina: las cosas son hechas puesto que crear es iluminar de una manera descendente y degradante desde Dios hasta los seres más inferiores; las cosas se constituyen en su ser por la luz de Dios ya que están hechas de esa luz que cuanto más pura más perfectas hará a las cosas; con esa iluminación, finalmente, el hombre puede ascender hasta conocer a Dios, incluso por el éxtasis. Dos caminos; pues, descendente de la creación y ascendente de unión con Dios. Esta idea de la luz que E. toma del Nuevo Testamento, y de Dionisio, influirá en toda la Edad Media, a la par que lo hará una concepción similar de la filosofía musulmana, de modo que pueda hablarse de una «Filosofía de la luz» medieval.
Síntesis de la filosofía teológica de ESCOTO ERIÚGENA, JUAN, en mercaba.org
A veces, la misma memoria te vuelve a conducir por el antiguo camino de los pensamientos.
¡Feliz domingo!Un abrazo a tod@s