La aclaración de los interrogantes que nos traen hasta aquí choca frontalmente con las escasas dataciones de quien se ha osado a definirlas, aunque sea someramente. La cuestión está en que la más precisa definición de sus fechas de inicio (1.077) y de finalización (1.139) establecen un periodo constructivo demasiado largo, sin contar con la más tardía intervención en su portada sur. Este largo periodo se asocia con la idea de una interrupción que se establece entre 1082 y 1104. A 1082 se llega por ser el año de la ruptura de relaciones fraternales entre el rey y el obispo y a 1104 por ser la fecha en que el nuevo monarca, Alfonso I, retoma la actividad constructiva. Entre medias se ha tomado Huesca y la actividad cortesana y regia se ha desplazado hacia el sur.
Esta idea de interrupción durante el periodo citado, estimada por Domingo Buesa y refrendada por terceros encaja de una parte con la donación realizada en 1105 por el Conde Sancho Ramírez para la edificación del ábside del lado del evangelio, y por la otra por la necesidad de establecer un tempo para que el pitón de Jaca llegue desde Nájera, y se incorpore a la escultura catedralicia, y de otra de que llegue también a Nájera la influencia artística derivada del sarcófago de Husillos a través de su adaptación bíblica en Frómista. Serafín Moralejo, y sus derivados, quisieron ver en el citado sarcófago el génesis del románico peninsular y, supongo, su proyección al sur de Francia con la creación del denominado estilo románico hispano languedociano.
Para llegar a esta aseveración, plasmada de inicio y en general bajo la idea de estimaciones y sugerencias, parten de la idea de que al celebrarse el Concilio de Husillos los presentes contemplan el sarcófago romano, quedan prendados de sus posibilidades y lo llevan al románico irradiándolo desde Frómista, donde es magníficamente reflejado en capiteles tallados por un desconocido “artista local” con habilidades de maestro en paro. Para remate surge ahora el tema de las bichas, que enlazan la representación de la tragedia griega con la bicha del crismón a través de las otras representaciones en los capiteles de Jaca y que obliga al experto a datar el crismón en 1115, aunque con interrogante, en tanto que el de Loarre, artísticamente inferior, esté datado en 1072 y en algún lugar se indique que la Lonja Mayor de Jaca, es decir, su porche oeste esté datado en 1080.
Tal desaguisado termina por hacer decir a Domingo Buesa que para 1082 sólo estaban levantados los muros y los ábsides en su mayor parte, aseveración refrendada por sus amigos que llegan a afirmar que en tal fecha, la del enfado fraternal que supuestamente para las obras, se había completado el cerramiento pero no se había acometido la escultura de la catedral, lo que, de paso, rompe el principio de que las obras románicas se construían de este a oeste como hemos visto en tantas ocasiones, incluido Santiago de Agüero, y nos llevan a pensar en la posibilidad de que lo construido permaneciese al aire libre entre 1082 y 1104. En cuanto a la torre denominada Lonja Mayor lo dicho lleva a pensar que estaría terminada sin escultura, y, por tanto, sin crismón y sin esculturas, algo que parece poco realista.
Así las cosas, quizás proceda recapitular un poco sobre la razonabilidad de todo lo dicho, porque hay cosas que no cuadran y entre las cosas que no cuadran está que en Loarre se implante un crismón con los distintivos del rey navarro y el monarca aragonés pase del tema cuando al final los crismones se asimilen al distintivo de la monarquía aragonesa.
Admitamos de partida la relación establecida por Serafín Moralejo que se ha mencionado antes. ¿En qué momento ha podido reflejarse en San Martín de Frómista? De San Martín de Frómista sabemos que antes de 1066 fue fundado por Doña Mayor (Munia Dona) hija del Conde Sancho de Castilla, viuda del rey Sancho el Mayor de Navarra y madre de Fernando I; abuela, en consecuencia, de Alfonso VI. Hasta 1118 funcionó como abadengo bajo la propiedad y jurisdicción real y en ese año pasó a depender de San Zoilo de Carrión, monasterio cluniacense que pasó a ser cabeza de la reforma defendida por estos benedictinos, que, por cierto, continuaron en Carrión hasta la desamortización de Mendizábal.
De Frómista no hay más datos, quizás algunos accesorios como que se inició con tres monjes y también que llegó a desarrollarse antes de su unión a Carrión formando una barriada separada del pueblo hasta por una cerca. Y casi nada más; ubicado en la Tierra de Campos su señor era el Conde Ansúrez, gran amigo del rey, responsable de la repoblación hasta el Duero, fundador de Valladolid en 1095, un gran ricohombre con amistades incluso agarenas como resultado de su estancia en Toledo con su amigo el rey cuando años antes le habían expatriado.
¿Qué no haría el señor de Frómista, de la mano de su amigo, por defender la reforma liderada y pagada por su amigo y señor?
En esas estamos cuando, "harto de la situación enfrentada en el reino", Alfonso VI convoca el Concilio de Husillos, que se celebra a partir de 11(?) de marzo de 1088 (“ab incarnatione”) en la colegiata benedictina de cluniacenses allí existente, a 10 km de Palencia y 25 km de Frómista, y en concreto en la iglesia “Sancte Marie de Fusellis apud castrum Mont Soy”, hoy Colegiata de la Dehesa Brava, lugar en el que se encontraba el famoso sarcófago de la orestiada, traido desde Roma en algún momento anterior, de los que se fabricaban en serie, pues al menos hay otro idéntico en el Vaticano, como se ha evidenciado en el foro.
El acta del Concilio cuya copia tenemos en nuestro poder se limita exclusivamente a delimitar las diócesis de Burgos ( cuyo espacio incluía Silos) y la de Osma, evitando más discrepancias entre ellas y consolidando así la de Osma, que verá, fuera del Concilio, nombrado abad al que luego fuere San Pedro de Osma y que a la sazón era un monje cluniacense. Fuera de este acta hay quien afirma que también se trató la destitución del obispo de Santiago, Diego Peláez, por traidor al rey ya que había pretendido entregar el reino de Galicia a Guillermo de Inglaterra. Al parecer fue sustituido por el entonces abad de Cardeña.
Lo curioso es que los presentes, firmantes del acta, fueron además del rey, Ricardo Abad de la cluniacense abadía de San Victor de Marsella que actuaba en representación del Papa, el Conde Ansúrez, que actuaba de anfitrión, otros doce obispos, que cubrían todo el territorio de Castilla y León, 5 abades cluniacenses, otros dos condes y ocho personajes calificados de príncipes. ¿Acudieron estos personajes sólo para delimitar las diócesis de Burgos y de Osma, además de apresar y sustituir a Peláez? ¿Se quedaron tan estupefactos todos estos personajes ante la visión fortuita del sarcófago de Orestes como para implantar sus clusters en sus iglesias tal como ha sugerido Serafín Moralejo y reafirmado sus seguidores?
O fue al revés…
Me explico, ¿Pudo constituir este Concilio un momento adecuado para “vender” la reforma gregoriana y cluniacense, auspiciada y pagada por el rey de Castilla y León, a los obispos y nobles del reino? La gran aportación de Cluny al románico es la explotación de la escultura como medio de catequizar con sus contenidos. El resto, las formas y orientación de las iglesias es bizantino.
En una ocasión como ésta, presente el rey, organizada por su amigo gran defensor de la estrategia real como hemos visto en San Zoilo, con la presencia del abad de Marsella en representación del Papa, con cinco abades de apoyo, necesariamente se ha de ver cómo de la iconografía pagana de un sarcófago pueden derivarse capiteles catequéticos con representaciones bíblicas. Y en mi opinión es lo que hicieron. En mi opinión, los capiteles de Frómista derivados del sarcófago estaban tallados por el mejor artista de la nómina cluniacense mucho antes de convocar el Concilio de Husillos, con tiempo suficiente de trasladar al artista a repetir la obra en Jaca antes del parón. Saludos.
P.s.: Es que no puedo abandonarlo...!!!
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