El pathosformel de este bellísimo capitel -al lado de la pareja que copula en Fuentidueña y a pesar de la erosión-, nos impide categorizar un poco más, pero esta escena fantástica se reproduce en el alar de la iglesia de San Miguel de Fuentidueña y no termina de sorprendernos ante su espléndida ejecución, cuando de inmediato nos sumerge en la duda si pudiera contextualizar cualquier otra leyenda, que evidenciada en los elementos plásticos que la componen y al sernos totalmente desconocida, en cualquier caso, lo haría en referencia no bíblica.
El canecillo, aislado de un extraordinario grupo de cuatro y con connotaciones escultóricas como las descritas visualmente, escenifica el momento en que un centauro con una lechuza sobre su hombro derecho, muestra un universo a lo que parece ser un niño sentado a horcajadas sobre su lomo, adaptándose perfectamente esta escenificación a una interpretación mitológica griega, la que desde esta humilde perspectiva, se nos antoja estar referida a Asclepio en un momento de su adiestramiento, llevado a cabo por el Centauro Quirón.
Según contaba Píndaro en el siglo VI adC, Asclepio –héroe de Tesalia y posteriormente dios- era hijo de Apolo, engendrado durante su relación amorosa con la mortal Coronis o Corónide.
Resumo a continuación algunos detalles de una de las más conocidas narraciones que nos ha llegado a través del poeta griego, y en ella se narran los amores de Apolo con la hija del rey Flegias de Tesalia. Fue cerca de Lacerea, en Grecia, donde tuvo lugar la unión de los amantes, a las orillas de la laguna Beobea. Tras dejar embarazada a Corónide, Apolo regresa a Delfos, dejando encargada su vigilancia a un cuervo blanco o corneja. Corónide, decidida a ser infiel, mantiene relaciones con otro mortal, Isquis, hijo de Elato, gobernandor de la región del monte Cileno y famoso conquistador de la Fócida. La corneja vuela hasta Apolo y le advierte de los amoríos de Corónide, pero Apolo –furioso- mata a Corónide y antes de incinerarla en la pira funeraria, extrae del vientre la criatura, que más tarde se convertirá en el dios Asclepio. Luego maldice a la indiscreta corneja, condenándola a llevar en adelante el color negro en lugar del blanco.
En otras versiones se sostiene que es la hermana de Apolo -Artemisa-, la encargada de ejecutar a Corónide, pero el caso es que Apolo lleva al niño al monte Pelión, conocido lugar al sureste de Tesalia envuelto por el gran golfo de Volos donde viven los centauros, y confia a uno de ellos la educación de la criatura. El buen centauro Quirón, le instruye en las artes de la medicina y de la caza, a la vez que Atenea y Apolo vigilan de cerca su educación. Será Atenea quien entregue a Asclepio dos redomas con sangre de la Gorgona. En una sólo hay sangre envenenada, pero la otra contiene mágicas propiedades para resucitar a los muertos; con ellas, el joven Asclepio, llega a dominar el arte de la resurrección y devuelve la vida a un gran número de personas importantes entre las que se encuentra Hipólito hijo de Teseo, el héroe del Ática cuyas principales hazañas tuvieron lugar en el Peloponeso. Asclepio practicó la medicina con gran éxito por lo que -considerado dios- le levantaron santuarios en diversos puntos de Grecia.
La ubicación de los templos esta bien definida en los lugares de culto donde se ubican, pero las dos redomas con sangre de la Gorgona no han sido encontradas nunca, lo que demuestra que a nadie le interesan la falsas leyendas de envidiosas arpías fracasadas, secas y avejadas.
El tonto y vanidoso Asclepio se lleva la mejor parte siempre.