Cuanta razón Xavi, aguardamos impacientes esas noticias.
El desfase producido desde el primer Concilio de Nicea -celebrado en 325 dC- provocó la necesidad de la reforma gregoriana para llevar a cabo la práctica de uno de los acuerdos del Concilio de Trento y ajustar el calendario para eliminar las diferencias de cálculo originadas como consecuencia del momento astral en que debía celebrarse la Pascua.
Con la nueva implantación en 1582, prevalecía la idea de ajustar el calendario litúrgico con las fiestas religiosas móviles, basadas la gran mayoría de estas últimas en las efemérides del calendario lunar, que se contraponían con las efemérides del calendario estelar, puesto que en aquel año del 325, resultaba que el equinoccio de primavera había tenido lugar en el firmamento del día 21 de Marzo según registraban las actas del Concilio, pero sin embargo, los astrólogos del papa Gregorio XIII marcaron la carencia del infalible suceso astronómico del equinoccio, el 11 de marzo de ese año.
Hecho conocido en su momento, la vida civil y militar también debía ajustarse de continuo, por lo que era preciso introducir determinadas correcciones en sus calendarios, a fin de adecuar el calendario civil al año trópico, para evitar en lo posible errar continuamente por la aplicación de cálculos engorrosos que debían utilizar los agricultores, ganaderos o durante el comienzo de las campañas militares.
Citar:
El desfase provenía de un inexacto cómputo del número de días con que cuenta el año trópico; según el calendario juliano que instituyó un año bisiesto cada cuatro, consideraba que el año trópico estaba constituido por 365,25 días, mientras que la cifra correcta es de 365,242189, o lo que es lo mismo, 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos. Esos más de 11 minutos contados adicionalmente a cada año habían supuesto en los 1257 años que mediaban entre 325 y 1582 un error acumulado de aproximadamente 10 días.
El calendario gregoriano ajusta este desfase cambiando la regla general del bisiesto cada cuatro años, y hace que se exceptúen los años múltiplos de 100, excepción que a su vez tenía otra excepción, la de los años múltiplos de 400, que sí eran bisiestos. La nueva norma de los años bisiestos se formuló del siguiente modo: la duración básica del año es de 365 días; pero serán bisiestos (es decir tendrán 366 días) aquellos años cuyas dos últimas cifras son divisibles por 4, exceptuando los múltiplos de 100 (1700, 1800, 1900..., que no serán bisisestos), de los que se exceptúan a su vez aquellos que también sean divisibles por 400 (1600, 2000, 2400..., que serán bisiestos). El calendario gregoriano ajusta a 365,2425 días la duración del año, lo que deja una diferencia de 0,000300926 días al año de error, es decir, adelanta cerca de 1/2 minuto cada año (aprox. 26 s c/año), lo que significa que se requiere el ajuste de un día cada 3300 años. Esta diferencia procede del hecho de que la traslación de la Tierra alrededor del Sol no coincide con una cantidad exacta de días de rotación de la Tierra alrededor de su eje. Cuando el centro de la Tierra ha recorrido una vuelta completa en torno al Sol y ha regresado a la misma «posición relativa» en que se encontraba el año anterior, se han completado 365 días y un poco menos de un cuarto de día (0,242189074 para ser más exactos). Para hacer coincidir el año con un número entero de días se requieren ajustes periódicos cada cierta cantidad de años.
(Leer más:
http://es.wikipedia.org/wiki/Calendario_gregoriano)
Por contra, el calendario hebreo continúa siendo un calendario lunisolar, es decir, que se basa tanto en el ciclo anual que describe la Tierra alrededor del Sol, como en el de la Luna que rodea la Tierra cada mes. La versión actual, por la que se rigen las festividades judías, fue concluida por el sabio Hilel II hacia el año 359. Este calendario se basa en un
complejo algoritmo, que permite predecir las fechas exactas de luna nueva, así como las distintas estaciones del año, basándose en cálculos matemáticos y astronómicos, prescindiendo desde aquel momento de las observaciones empíricas de las que se habían servido hasta entonces.
El calendario hebreo comienza con el Génesis del mundo, que aconteció, según la tradición hebrea, el domingo 7 de octubre del año 3760 a. C.; fecha que equivale al 1 del mes de Tishrei del año 1. De esta manera, el año gregoriano de 2013 equivale al año hebreo de 5773, que comenzó al atardecer del 16 de septiembre del 2012 y finalizará el 4 de septiembre 2013. Para convertir un año del calendario gregoriano a su correspondiente hebreo, basta con sumar o restar la cifra de 3760 (por ejemplo: 1955 + 3760 = 5715).
En la concatedral de Santo Domingo de Soria (sede catedralicia compartida con Burgo de Osma), vemos cómo se narran esculpidos los momentos primigenios del mes de Tishrei del año 1: