Son frecuentes las ocasiones en que solemos preguntarnos por el significado profundo de determinadas cuestiones que rodean al arte, en muchas de ellas relacionadas con el lenguaje y sus acepciones más características.
Por citar un ejemplo más o menos claro, tenemos la figura de San Martín de Tours, a quien hemos visto en multitud de ocasiones representado en la escultura románica, como en la localidad navarra de Unx, donde en la iglesia consagrada a él, contemplamos una serie de capiteles que recuerdan diversos pasajes de su hagiografía.
Así tenemos, desde la más característica escenificación en la que como jefe militar comparte la mitad de su capote con el mendigo
, hasta el momento, en que con vestidura talar -de monje- se enfrenta al maligno entre sus sueños:
En términos generales, nuestro rico lenguaje no es ajeno a este tipo de formulaciones, proporcionando algunas frases hechas que permiten hacernos comprender situaciones
de facto, difíciles de entender, entre las que la complicada vida de este celebrado personaje románico, se nos antoja circunscrita a la frase 'el hábito no hace al monje', en el sentido que cuando es soldado, no se comporta como tal de manera extricta y su lucha concerniente en lo espiritual, hace más característica su existencia ejemplar entre los miembros de comunidades cenobíticas, de las que hoy subsisten muchas de las iglesias consagradas en tales lugares al santo galo:
Volviendo a la frase hecha, observamos que la palabra 'hábito' puede entenderse no sólo como una manera de vestir, sino también como costumbre, forma de vida, rutina e incluso hasta vicio, con lo que la cosa podría complicarse hasta el infinito. Con este segundo significado implícito en el hecho, la frase se complementa de manera total, pues tampoco vivir como un asceta nos lleva a la conclusión, de que quien se 'santifica' de esta manera, necesariamente haya de serlo porque resulte más vistoso, sino lo más impropiamente cómodo para quien se deleita con ello, evitando otros juicios de valor que necesariamente no le dignifican.
Todo esto viene a cuento, que desde hace algún tiempo persigo infructuosamente la lectura de un artículo de Andrew Breeze, 'The shrine of St Brigit at Olite, Spain', publicado en el volumen 16 de la Cambridge Medieval Celtic Studies (1988), págs. 85-95. Buscándolo durante estos días de asueto, encuentro otra referencia hispánica, quizá la más antigua en territorio peninsular referente a una iglesia consagrada a la santa irlandesa:
derpolingano.com escribió:
La primera noticia sobre el cerro de Santa Brígida -el punto más alto de la meseta del Aljarafe, 115 metros, y visible nada más cruzar el puente del Alamillo- no aparece hasta 1491, en la que un documento del Archivo Municipal de Sevilla nos informa del pleito que sostuvo la ciudad con el jurado Francisco Marmolejo, por haber ocupado éste algunas tierras que no le pertenecían, y por donde pasaba un camino que llevaba hasta el citado lugar.De lo cual se deduce que el culto a la santa ya existía a finales del siglo XV en este emplazamiento de Camas y que, se sospecha, fuese la reutilización de un antiguo morabito musulmán, y a su vez, antes, un santuario tartésico que competía con el fenicio del próximo cerro de El Carambolo. Otra referencia la encontramos en un texto del cronista de la ciudad, Juan Mal-Lara, donde nos narra que en una excursión realizada en 1570 por el rey Felipe II por los alrededores de Sevilla, sintiendo curiosidad por el cerro y la ermita que se encontraba en su cumbre, decidió subir a visitarla. Más tarde, en los documentos de un Padrón realizado en la localidad de Camas, en el año 1636, aparece que en la citada ermita de Santa Brígida, que está en lo alto de un cerro redondo, en el término de Camas, es ermitaño Pedro Gómez, que lleva los hábitos de señor San Pablo, y una nueva noticia, en 1640, nos informa que el ermitaño Francisco Barbosa, procedente de la citada ermita, ha recibido sepultura en la iglesia de la localidad.
He subrayado lo del hábito, para que se entienda su doble acepción eremítica en un lugar tan al sur de la geografía europea. Hábito, por tanto de vivir como lo haría un monje de San Pablo
, o con tonsura similar a ésta, en clara correspondencia con lo leído*, hasta el momento.
En la imagen, un capitel de la visitación y la anunciación a José, procedente del claustro de Monreale de Sicilia; hoy en el Kunstistorisches Institut, de Florencia, creo:
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notas:
Tonsuras irlandesas. Martín García. M.A.Círculo Románico