Queridos amigos:
Ojalá que aparezcan esas fotografías, Fer. Mientras tanto, justamente en la quinta arquivolta de esa misma portada (segunda dovela empezando por la derecha) se representa la crucifixión de un apóstol que también realizó varios milagros. De uno de ellos pretendo charlar con vosotros durante una entrada un poquillo larga, pero es que no es para menos mi interés, tanto por su cuasi-ausencia explícita dentro de la iconografía románica, como por estar relacionado con una especie de
cadena simbólica establecida a lo largo de la historia de la salvación del hombre entre
Moisés, Cristo y Pedro.
En este sarcófago se ha perdido parcialmente la “varita mágica” que utiliza Pedro en su milagro.
Se trata de un pasaje del
ciclo petrino, el de su prendimiento, pero vinculado en nuestro caso al
milagro del agua que Pedro hizo brotar de la roca. La iconografía relativa a San Pedro toma auge en la época preconstantiniana y se mantiene hasta el siglo IV. Recordemos que Pedro fue hecho prisionero en tres ocasiones: la primera, en unión de Juan tras la venida del Espíritu Santo y los primeros milagros realizados por el apóstol; la segunda, cuando la popularidad de Pedro crecía con motivo de la conversión del centurión Comelio en Cesarea; pero la que nos interesa, y que se representa en muchos sarcófagos paleocristianos, tenemos que encontrarla en los
Apócrifos de Pedro (¿será una esta de las razones de su olvido en el arte posterior?) que relatan sucesos acaecidos al apóstol en Roma bajo el gobierno de Nerón. Las primeras comunidades cristianas habrían aceptado de buen grado estos relatos que ampliaban detalles de las vidas de los apóstoles y que no aparecían en otros textos canónicos.
Dentro del grupo de matronas nobles que seguían sus enseñanzas, Pedro consideraba el acto conyugal como un hecho concupiscible, y no como acto bueno e intrínseco a la naturaleza del sacramento; como es lógico, los maridos se “cabrean” contra el apóstol, y para más
inri, entre ellos estaba Agripa y su amigo Albino, íntimo del César. Se trama el prendimiento y la ejecución de Pedro, y al ser apoyados por el senado, todo está sentenciado. Es entonces cuando muchos seguidores de Pedro le piden que abandone Roma:
no es oportuno huir, recordando que Cristo, el Señor, había aceptado la muerte por la salvación de todos ellos; el discípulo se iguala al Maestro ante el sufrimiento, y confirma el arrepentimiento y la sumisión tras la arrogancia que Pedro manifestó en su negativa a dejarse lavarse los pies. ESto será una de las causas por las que en muchos de los citados sarcófagos escenas del ciclo petrino suelen ir unidas a otras del ciclo cristológico.
Córdoba. Aquí la escena esta a la derecha del todo. Como curisidad, el ciclo de Jonás por encima de los arcos.
Antes de seguir, fijaros en un detalle curioso que suele identificar a los “carceleros” Proceso y Martiniano, los cuales también le pediran a Pedro que se escape; se trata de su gorro, el
pileus pannonicus, indumentaria típica del soldado romano desde la Tetraquía.
Y llega ahora un
detalle que me parece fascinante: en un relato
retrospectivo, estos soldados le recuerdan que «
él mismo los había bautizado en el nombre de la Trinidad con el agua del manantial brotado en la roca al signo de la cruz, cuando estaban de guardia en la Mamertina».
Convencido entre todos, Pedro sale de roma pero ocurre el episodio del
Quo vadis,
otro momento en que se iguala Pedro con su Maestro; vuelve a la ciudad, donde será finalmente prendido. Pedirá ser crucificado cabeza abajo, porque
no puede, en efecto, el discípulo ser más que el maestro ni el esclavo más que su amo.
El prendimiento de Pedro va unido siempre al milagro de la roca cuya agua significa el
bautismo. La muerte física es tan solo paso a la vida eterna, cuya primera esperanza la constituye, esencialmente, el bautismo cristiano;
perfecto mensaje para un arte funerario, adhiriéndome en esta opinión a E .Conde, autor del artículo contenido en
La tradición en la Antigüedad Tardía, Antig. crist., que he consultado para la presente entrada.
Para ir acabando, y cerrar el círculo con el otro personaje bíblico que también extrajo el líquido elemento de lo inanimado, nos dice Tristan F. (
Les premieres images chrétiennes. Du symbole a l'icone):
Pedro es el personaje que, después de Jesús, aparece más frecuentemente en la iconografía paleocristiana. Pedro es la roca donde se construirá la Iglesia y si Moisés hizo brotar el agua de la roca, Pedro es el nuevo Moisés y la nueva Roca. Ya Tertuliano en De bapt. 1, 9 decía que la sangre y el agua que salían del costado de Cristo estaban prefigurados en elagua que se deslizaba de la roca de Moisés.
Catacumbas. Moisés que hace brotar el agua de la roca.
Una muestra de esto último, ya del siglo X, en concreto una miniatura del
Codex Biblicus Legionensis o Biblia Leonesa de San Isidoro o(960):
. El monasterio mozárabe de Santa María y de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo de Valeránica, situado a orillas del río Arlanza, dispuso de uno de los scriptorium mas importantes de la España cristiana en el siglo X, pero desapareció a finales de dicho siglo, posiblemente en uno de los ataques de Almanzor a los reinos cristianos. Las ilustraciones de Florencio se alejan del realismo clásico para reflejar el espíritu de los personajes.
—Adelántate al pueblo —le aconsejó el SEÑOR— y llévate contigo a algunos ancianos de Israel, pero lleva también la vara con que golpeaste el Nilo. Ponte en marcha, que yo estaré esperándote junto a la roca que está en Horeb. Aséstale un golpe a la roca, y de ella brotará agua para que beba el pueblo. Así lo hizo Moisés, a la vista de los ancianos de Israel.7 Además, a ese lugar lo llamó Masá (prueba o provocación en hebreo), y también Meribá (altercado), porque los israelitas habían altercado con él y provocado al SEÑOR al decir: «¿Está o no está el SEÑOR entre nosotros? ( Éxodo 17, 1- 7 ).
Espero no haberos aburrido. Feliz semana a tod@s.