La Edad Media no debió ser tampoco una época fácil para la Judíos. Muchos se asentaron en la Europa occidental entre los años 1000 y 1500 dC, pero ya entonces, todos los gobernantes y casi todas las personas que tenían algún poder político en los territorios de esta sociedad medieval, eran cristianos. Tampoco en Navarra debieron tenerlo nada fácil.
Sin embargo los Judíos seguían siendo vistos como algo diferente, extraño, y posiblemente considerados simpatizantes de los islámicos, los archi-enemigos de los cristianos. Por ello es que deberían incluso ser tenidos también por traidores.
Santa María Mediavilla -Teruel-
En muchos lugares, se les prohibió poseer tierras y por lo tanto no podían ser agricultores, al menos no grandes latifundistas. A menudo, los Judíos también tuvieron que vivir en zonas de la ciudad reservadas para ellos, la juderías también llamadas guetos.
Para colmo, el periodo en que nos encontramos, las leyes cristianas no consideraban oportuno que los cristianos pudieran prestar dinero a interés, y sin embargo la mayoría de los reyes tenían que pedir prestado dinero, por lo que los Judíos jugaron un papel importante en la economía medieval como prestamistas.
Santos Julián y Basilisa -Rebolledo de la Torre-
Pero prestar dinero a los reyes es arriesgado. A veces, el rey cumplía con sus obligaciones monetarias, y los Judíos ganaban algo de dinero. Otras veces, al rey de turno le parecía más fácil echar sólo a los Judíos de su reino, o dictar alguna nueva ley diciendo que los cristianos no tenían que pagarles el dinero que les habían prestado, acusándoles de usureros. El rey Eduardo I de Inglaterra, por ejemplo, resolvió así, algunos de sus problemas de dinero expulsandoles de Inglaterra en 1290, a los que no se les permitió regresar por más de 300 años. Algunos de ellos se trasladaron a los Países Bajos. Otros Judíos ingleses tuvieron que trasladarse a Francia, pero el rey Felipe IV de Francia y I de Navarra, llamado el Hermoso (Fontainebleau, 1 de julio de 1268 - 29 de noviembre de 1314), rey de Francia y de Navarra y undécimo rey de la dinastía de los Capetos, les echó de sus territorios en 1291. Este soberano, histórico mal pagador, también sería el que acabase con los Templarios, consecuencia de los grandes empréstitos que adeudaba a la Orden Militar de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón.
Indudablemente, las proposiciones que venimos haciendo desde hace algo más de un mes al respecto de la procedencia de la simbología de José de Arimatea y Nicodemo, se van reafirmando, pero no por ello debemos tampoco obviar el utilitarismo catequético del románico, en su empeño de buscar aliados contra el todopoderoso musulmán en su decadencia. Por eso es que en la simbología del descendimiento, subyace implícito un llamamiento a la conversión, en el que los cristianos siguen recordando a los Judíos la proximidad de los fundamentos de su religión con la propia y el arrepentimiento salvífico de algunos de aquellos coetáneos de la época de Cristo.
Santa Coloma de Albendiego -Guadalajara-
Precisamente, será el fracaso del proselitismo cristiano durante los siglos venideros, el que terminará decisivamente por desencadenar las grandes tragedias que separarán definitivamente ambas religiones.