Aprovechando la fiesta, no había profundizado aún en el descendimiento de Escalante y con vuestro permiso, no lo voy ha hacer todavía en este, con lo que agradezco las dos correcciones preventivas, tanto la romanizante de los 9 discípulos, como la previsiblemente vinculada con la Anastasis, que considero más apropiada según lo que leíamos en el artículo de investigación. Permitid entonces, que intentando ser más retórico que barroco, continúe con algo que presiento concerniente a este tipo de representaciones, pero coincidente con el descenso al Hades mitológico descrito en las culturas clásicas y antiguas. Lamento la extensión, pero no queda más remedio, porque intentaré argüir desde el simbolismo visual de los capiteles, más que desde el dialéctico, con lo que necesitaré mayormente la capacidad persuasiva del
ars bene dicendi para explicar lo que pretendo.
Hablaba de
ethos, pathos y logos, terminología muy en boga desde que Abraham Moritz Warburg (1866-1929), mejor conocido como Aby Warburg -historiador del arte célebre por sus estudios acerca de la supervivencia del paganismo en el Renacimiento italiano-, creó un método junto a Panofsky, el 'Pathosformel', utilizado para la identificación del 'sentimiento' que de manera continua emerge repetitivo en diferentes secuencias (escultura, pinturas, mosáicos...) a lo largo de la historia, para mostrar diversas facetas del sentimiento humano por medio de formulaciones artísticas.
Para encontrar el
Pathos de este capitel del descendimiento de Santillana, por ejemplo, creo necesario identificar la términología utilizada que puede permitir situarnos en la antepuerta del razonamiento. Primero las tres definiciones de Aby, concidentes con estos tres vocablos de la lengua griega :
1.-Logos (en griego, "palabra") referido a la coherencia interna del mensaje, la claridad iconográfica, la lógica de sus razones y la eficacia de los elementos de prueba. Al igual que el impacto de los logotipos en un público a veces se reconoce como el atractivo lógico del argumento.
2.-Ethos (del griego, 'carácter') se refiere a la fiabilidad o la credibilidad del autor o representante. Ethos detectado con frecuencia a través del tono y el estilo del mensaje y por la forma en que el escritor o el hablante se refiere a diferentes puntos de vista. También puede verse afectada por la reputación del escritor, tal como existe independientemente del mensaje - su experiencia en el campo, su registro anterior o la integridad, y así sucesivamente. El impacto de la ética a menudo se denomina el argumento de la apelación ética o la "apelación de credibilidad."
3.-Pathos (en griego, 'sufrimiento' o 'experiencia') se asocia a menudo con lo que nos atráe de una comunicación emocional. Sin embargo, un mejor equivalente podría ser un llamamiento a las simpatías del público y de su imaginación. Una apelación al pathos hace que una audiencia no sólo responda emocionalmente, sino que sea capaz de identificarse con el punto de vista del artista, a sentir e interpretar lo que el redactor teológico -en este caso- siente. En este sentido, la emoción evoca un significado implícito en el verbo 'suffer' - sufrimiento, experiencia...- lo que también nos acarrea imaginar el dolor en su máxima extensión.
La forma más común de transmitir un llamamiento patético, es a través de la narración o la historia, que puede convertir las abstracciones de la lógica en algo palpable y presente. Los valores, creencias y entendimientos del escritor -que están implícitos en la historia que se narra- transportan imaginariamente al lector al
Pathos, lo que se refiere tanto a lo emocional y el impacto imaginativo del mensaje en una audiencia, como al poder con que el mensaje del artista -o como en este caso, escultor- mueve a la audiencia, hacia la decisión o la acción inducida para tal fin.
Visto lo anterior, el escultor 'románico' quizá no maneje tan bien la narrativa como el cincel, por lo que necesita encontrar la inspiración que le permitirá reflejar el
pathos de manera segura. Es algo, además, que seguramente ha aprendido con la destreza adquirida por la práctica o a través de sus maestros, quienes a su vez utilizaron esquemas que ya se habían experimentado desde la antigüedad, junto a algunos otros elementos que lo adaptan a su 'actualidad' perseguida.
Así, creo, que el
pathos de las representaciones del descendimiento que contemplamos de esta forma en los diversos medios, es adquirido, en primera instancia de la culturas céltica y griega, al coincidir gran parte del enunciado de las emociones que transcribe su relato, con la narración mitológica contenida en las Hilanderas del destino, tales como en las Moiras y Parcas, aquellas tres hermanas encargadas, no sólo de hacer cumplirse el destino de los hombres, sino también el de los propios dioses:
Citar:
Capitel del descendimiento.
Un ángel nos introduce gestualmente en la escena del descendimiento de Cristo, que se ubica esta vez en la panda sur del claustro de Santa Juliana, más popularmente conocida como la Colegiata de Santillana del Mar (Ca)
Como es habitual en este tipo de representaciones románicas, María Madre toma desconsolada entre las suyas la mano derecha -desclavada e inerte- de Jesús. Acto seguido, José de Arimatea, ase firme por la cintura el cuerpo ingrávido, soportando todo el peso de su cadáver, presto para conducirle al sepulcro nuevo que para otros fines particulares habría construido con su pecunio; a su derecha, Nicodemo esgrime unas largas tenazas, dispuesto a arrancar el último clavo que aún sujeta la mano de Cristo a la Cruz sacrificial. Recuerda la desgarradora escena el dolor que ya no padece, una agonía que parece prolongarse más alla de la propia acción, impidiendo alivio alguno en el espectador, hasta que sea del todo descendido al lugar de su descanso. Desde esta particular visión, el conjunto escultórico transmite de manera plena la piedad necesaria, para comprender los dramáticos sucesos narrados por los evangelios en relación con la muerte de Jesús.
La narrativa referida a las Moiras, que con mayor o menor diferencia nos puede inducir la analogía propuesta, podemos resumirla por sus nombres, como definidas en cualquier relato mitológico deducido de la Iliada, la Odisea o los versos mitológicos de Pausanias, y las narraciones de Plinio el Joven, Virgilio, Lucrecio, Ovidio, Horacio, todas ellas parte fundamental de la obra de Beda el Veneralbe. En esos episodios, los cuerpos eran reclamados por Tánatos, el genio alado y conducidos por el interior del Hades, por Hermes psicopombo. La lecturas, en sus múltiples versiones, eran tan comunes como habituales desde la antigüedad más temparana, hasta la Edad Media. De allí hasta nuestros días, es más fácil encontrar el recorrido por el inframundo, de la mano de multitud de autores, entre los que destacamos la Divina Comedia de Dante Alighieri.
Entonces -las Moiras-, tejedoras del destino, eran:
•Cloto: Originalmente se trataba de una diosa que se invocaba en el noveno mes de embarazo, para que estuviera presente desde el mismo nacimiento, en todos los actos de cada predestinado hasta su muerte. Es la más joven de apariencia, pero no obstante una de las diosas más antiguas de la mitología griega, que posiblmente entronque con otras religiones anteriores. Teje los hilos de cada vida, haciendo girar su rueca y su equivalente romano es Nona (novena).
•Láquesis: La que asigna el destino a cada ser, ya fuera dios o humano.
•Atropos– La "inexorable" o "inevitable", literalmente "sin retorno", la que corta el hilo que se provee a la rueca de la vida. Ella es quien elegía el momento de la muerte de cada persona, dictaminando cuándo había llegado su tiempo, cortando el hilo de la vida con sus aborrecidas tijeras. Su equivalente romano era Morta (la muerte).
En el capitel del descendimiento ubicado en el claustro de la colegiata de Santa Juliana, en Santillana del Mar, la presencia de un ángel -no nombrado en ninguno de los evangelios canónicos-, delata el sincretismo con las culturas clásicas. A su vez -si exceptuamos la cruz y al propio Jesús-, María, José de Arimatea y Nicodemo, cumplen perfectamente cada una de las funciones descritas en el relato mitológico, conformando el
PATHOS aludido más arriba, en el momento final de la vida de Cristo:
1. María Madre, presente desde el mismo nacimiento hasta su muerte, y en todos los momentos importantes de la vida de Cristo.
2. José de Arimatea, designa el sepulcro, como destino final del cuerpo de Dios.
3. Nicodemo con sus tenazas, está a punto de desclavar el cuerpo de Jesús de su último anclaje terrenal. Después de hacerlo, no habrá retorno para un mortal.
Amén del llamamiento a los cristianos y judíos, es una apelación ética basada en las escrituras y la venida del Mesías. El mensaje esculpido diestramente por el artista, recoge una interpretación del
pathos, inteligible para la mayor parte de las religiones y creencias universales, el fin del sacrifico máximo: La muerte, pero la historia no acaba allí, pues hay algo más que se intuye.
De momento, sincretismo -que no descenso al Hades-, tras el descendimento de la Cruz; descendimiento de Cristo, pero también por analogía, simbólico descendimiento de Cristo, previo a su tránsito vencedor a través del Hades como lugar, pues no debemos considerar este lugar, aún, como un infierno. No olvidemos el pensamiento de Eríugena.
Y ahora sí, creo -si lo consigo- que debería seguir hacia Escalante.