Hola a todos
Cada vez tengo más claro que tanto los teólogos redactores que diseñaron las portadas románicas como los que más tarde las interpretaron y reajustaron sabían muy bien lo que se hacían, pues sus conocimientos teológicos son amplios y, sobre todo, normativos. Vayamos de nuevo a una portada, la del templo de Santa María, en Piasca, Cantabria.
¿Os apetece ver lo que según todas las interpretaciones es una cabeza de lobo?
En la arquivolta inferior segunda existen cuatro esculturas dedicadas a animales: dos representaciones enteras con sendos leones, una cabeza de dragón y una cabeza de lobo. Analicemos su colocación:
Los dos leones están colocados en los dos extremos: uno en el extremo que hemos llamado del presente y otro en el que vendría a significar el Paraíso. Si admitimos la interpretación de San Jerónimo, el león sería interpretado como el símbolo de la Resurrección de Cristo.
¿Qué pasa con los otros dos animales? La cabeza del dragón, colocada después del león, abriría la realidad del tiempo presente, mientras que la cabeza del lobo, ubicada junto al acanto de la dovela clave, cerraría la representación del mundo presente. Dicho con otras palabras: entre las tentaciones del maligno transcurre la vida de la fe del creyente.
Nadie negará que la cabeza del dragón simboliza al demonio apocalíptico, ese mismo demonio con el que lucha en el fuste San Miguel. ¿Y la cabeza del lobo tendrá alguna interpretación en clave neotestamentaria que lo relacione con el maligno, con el demonio, y lo ponga en correlación con el capitel en el que se esculpió la Anunciación y el Sueño de San José? Es decir, ¿existe alguna cita neotestamentaria evangélica que hable del lobo como del demonio? Supongo que os habéis acordado: la parábola del Pastor y el rebaño del evangelio de San Juan:
Citar:
“Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, el que no es pastor dueño de las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas, y huye, y el lobo arrebata y dispersa las ovejas, porque es asalariado y no le da cuidado a las ovejas” (Juan 10, 11-12)
¿No os parece una buena cita para hacer explicar a los posibles pastores cántabros el significado del lobo como el símbolo del demonio? Pero, y si, años más tarde, alguien vio en la iconografía de esa portada una herejía, ¿qué símbolo le pudo dar al lobo? ¿Tendremos alguna otra cita neotestamentaria? Para empezar, ¿qué os parece la siguiente de los Hechos de los apóstoles?:
Citar:
“Yo sé que después de mi partida vendrán a vosotros lobos rapaces, que no perdonarán el rebaño, y que entre vosotros mismos se levantaran hombres que enseñen doctrinas perversas para arrastrar a los discípulos en su seguimiento.” (Hechos de los Apóstoles 20, 29-30)
Sí, habéis leído bien: entre vosotros mismos
se levantaran hombres que enseñen doctrinas perversas para arrastrar a los discípulos en su seguimiento. Y, en medio, la simbología del lobo. Este texto de los Hechos de los apóstoles vendría a confirmar la misma línea de pensamiento expuesto en el evangelio de San Mateo:
Citar:
“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestiduras de ovejas, más por dentro son lobos rapaces.” (Mateo, 7, 15)
¿Fue esto lo que motivó a hacer ajustes en esta portada? ¿Alguien vio en ella un principio de herejía? ¿Es por esta razón que se tiene que poner la cabeza del monje tonsurado a la romana eliminando otras piezas?
Y esto, aunque les pese a algunos, son pruebas objetivas porque los redactores teológicos conocían muy bien los textos bíblicos y sus interpretaciones teológicas. Si exceptuamos Mateo 10, 16 y Lucas 10, 3, no existen más alusiones a la figura del lobo en un contexto del mal tan determinado en los libros del Nuevo Testamento.
Tal vez, en Santa María la real de Piasca el primer redactor teológico utilizó la cabeza del lobo como símbolo del demonio, así parece encajar. Sin embargo, seguramente, esta misma cabeza del lobo le pudo servir a un segundo redactor teológico para condenar la filosofía teológica del primero e identificarlo como un hombre que enseñaba doctrinas perversas, en definitiva, un falso profeta. El Apocalipsis de San Juan ya no se lleva. La iglesia terrena tiene para años; la Parusía puede esperar. Por eso y como señalan autores que hemos consultado, en la arquería ciega en un primer momento debió existir la iconografía de un Pantocrátor antes de ser reemplazada por la representación de la Virgen María enmarcada por San Pedro y San Pablo
Si el monje tonsurado a la romana pudiese hablar, estoy convencido que, seguramente, nos contaría quién fue el que destrozó el rostro de San Miguel y casi toda la figura ángel de la Anunciación. Sus motivos tendría. Seguiremos
Un abrazo a tod@s.