MARMOUTIER
Banco de FotosLa historia de este edificio comienza en el siglo VII cuando Leobardo, compañero de San Columbano, levanta una abadía en esta población, que alcanza su esplendor en el siglo XII, momento en el que se data la construcción de su iglesia, de la que el macizo occidental que vemos en detalle en el Banco de Fotos se construye entre 1150 y 1160.
Siglos antes San Mauro, en el 724, había adoptado la Regla de San Benito, que años después Carlomagno, Aquisgrán ( 802), haría “obligatoria” (recomendaría) en todos los cenobios del imperio.
Sobre el papel espiritual jugado por el Emperador recomiendo la lectura de “Carlomagno y el imperio carolingio” por Louis Halphen, pgs 177 y sigts donde se cita al paso su papel en el tema del adopcionismo, en el control de los obispos, su oposición al dogma del “filliocque” en la versión romana y la importancia que tuvo para él la lectura de “La ciudad de Dios” de San Agustín, por cierto, a pesar de que diversos estudiosos afirman que Carlomagno no sabía leer.
Me he permitido esta disgresión sobre el tema que nos trae por aquí para darme pie a resaltar el carácter carolingio tan acusado en la iglesia a pesar de estar construido en el siglo XII lo que hoy comentamos. La iglesia, como es habitual, se levantó sobre la anterior, quedándonos como muestra de ello algún remanente en su cripta, que no se muestra en el Banco de Fotos por los efectos de su restauración en 1984. Pero si su cripta es el primer referente, lo que vemos es lo más obvio, el macizo occidental, el wostwork carolingio, que a su vez, con el nártex y el primer tramo adjunto, transepto occidental, constituyen lo único que hoy queda de lo románico en esta iglesia. Y demos gracias a Dios, porque la destrucción de esta parte estaba ya programada por las ordas revolucionarias del siglo XVIII. A saber por qué no lo llevaron a cabo, quizás porque comenzaron la destrucción por la cabecera, hoy reconstruida en otro acorde.
Desarrollando el análisis de dentro a afuera, llamo la atención sobre la obviedad de ese románico del transepto occidental, pero de él destaco la presencia de la combinación de pilares y columnas bajo el juego de arcos individuales englobados en otro mayor también semicircular que definió la obra del maestro de Echternach en Luxemburgo, como ya hemos indicado en otra parte y que aquí aparece también en la torre cuadrangular sobre el centro del macizo occidental.
Ya en el nártex al que el visitante accede por la triple arcada central de la fachada en cuestión, destacamos las columnas monolíticas, tan claves en la sustentación de la obra, a las que se incorporan capiteles cúbicos de decoración semejante a la de los ubicados en el centro de la fachada. Parece que la escultura se deja para el exterior porque hasta el tímpano y las arquivoltas de la portada se encuentran vacías y solo los fustes de las columnas con su decoración helicoidal y sus capiteles rompen con esa ausencia decorativa tan sorprendente para los hispanos que tomamos como referente el románico pleno, pero tan habitual en el románico germánico, salvo excepciones.
Entrando en el análisis de la fachada, lo primero es ponderar la habilidad de sus protagonistas en romper la pesadez de una mole tan enorme a base de conjugar especialmente los aspectos constructivos y arquitectónicos, jugando con los colores rosa y amarillo de los escuadrados sillares, incorporando las bandas y arcuaciones lombardas, destacando la división horizontal, jugando con las ventanas, y en lo alto conjugando las dos torres octogonales, otro referente carolingio, con la comentada torre central cuadrilátera tras tres respectivos frentes a piñón.
En esa arquitectura fundamental se incorporan elementos escultóricos característicos como sustento de las arcuaciones y en bajorrelieves más o menos desordenados a lo largo y ancho de la fachada. Es una escultura que parece definir a un artista menos avezado, con cabezas de rasgos rudos, con presencia de leones, quizás en alusión al León de Judá, y de otros animales, algún motivo geométrico y un bajorrelieve en el que seis personajes, algo simiescos por la simpleza de los rasgos, realizan una composición famosa, pero de difícil interpretación.
La decoración geométrica se produce también en la configuración de ventanas y en el rellenado de algún arquillo y, finalmente, frecuente también en otras importantes iglesias románicas alsacianas, se incorporan a la fachada esculturas con personajes que completan la nómina con los mencionados sustentando los arcos. Saludos.