El caso es que volviendo al mirar estos monos esculpidos atados a un capitel de la Sala Capitular del Monasterio de Silos...
MONASTERIO DE SILOS -BU-... me ha venido a las ciernes este otro, que se exhibe en el bello templo zamorano de Santiago el Viejo o de los Caballeros:
SANTIAGO EL VIEJO O DE LOS CABALLEROS -ZA-En ambos capiteles vemos algunos elementos comunes, como la cuerda que en el caso del primero cohibe la libertad de movimiento a los monos, mientras que por contraposición en el segundo capitel, el personaje parece ser izado sobre el león, impidiendo a la fiera un ataque directo, momento que aprovecha para introducir las manos entre sus fauces.
El primero -en la Sala Capitular del monasterio como hemos dicho-, se me antoja una llamada de atención o mejor de advertencia, tal vez dirigida a los nuevos acólitos, donde los capítulos de la regla monacal les impedirán practicar esa relajación en las costumbres tan habitual en el mundo exterior y tan distinta al comportamiento de los veteranos monjes disciplinados, asociando tales vicios al desordenado proceder de los graciosos monos que hay que atar para conseguir impedir la práctica de abusos de todo tipo con las manos y pies; también llamada de atención, a que tal sujección responda a una sutil mordaza sobre las quejas y diretes que suele dispensar en un principio, la ruidosa boca de los novicios.
En el segundo, advierto la presencia de una piña sobre la cabeza del personaje atado, como uncido por la cuerda al templo en lugar del arado. De igual manera, a su derecha hay otro personaje que lleva en su mano una pequeña esfera o eso me parece apreciar, un distintivo de la sabiduría
como el 'orbe' que mostraba al joven Asclepio el centauro Quirón en un canecillo del inconmensurable alar de Fuentidueña.
Por esto y como vimos en Jaca y Loarre al menos, algunas de las figuraciones del programa escultórico en tales templos van dirigidas a realzar el sacramento del sacerdocio, por lo que no sería descabellado pensar que en el zamorano capitel de Santiago el Viejo, pueda existir una configuración similar, dispuesto de aquella manera para ensalzar lo que se espera de un menesteroso clérigo de la iglesia, a la vez que se le garantiza -por la fe-, el ejercicio pleno de sus facultades, protegido contra todo peligro.
Ambas figuraciones permanecen atadas de una manera u otra al templo, por esto quisiera preguntarle a Fer, que le sugieren estas dudas y pensamientos al respecto.
Buen finde.