Bertrand Born trovador escribe en su obra “
Puis lo gens terminis floritz” en 1184:
“
El buen rey García Ramírez [El Restaurador] hubiera recuperado,
si la vida le hubiera durado,
Aragón, que le usurpó el monje;
y el buen rey navarro [Sancho VI el Sabio],
a quien de derecho pertenece,
lo recuperará con sus alaveses,
sólo con que se empeñe.
Así como el oro vale más que el azur, más vale y es cumplido su mérito que el del falso rey" [Ramiro “el Monje”] (sacado de
www.osoa.net)
Déjame, Xavidc, que mientras nos sigues ilustrando con la evolución del cielo de tu casa, conteste primero a Ráyave y luego corresponda a tu demanda pictórica.
Digo contestar a Ráyave porque en relación con los campanarios del Valle de Boi él menciona su función de vigilancia desde una perspectiva belicista, según entiendo, y creo que la belleza de tales torres justifica una aproximación mayor.
Ciertamente, aquel recóndito valle, desde que se tiene noticia hasta su anexión a la Corona de Aragón, a la que se refiere el trovador con que inicio la entrada, inicio con el que intento corresponder a la envidia que me causáis ambos con vuestro dominio literario, aquel recóndito valle estuvo sometido a continuas beligerancias entre los condes cristianos, lo que pudo justificar el contenido bélico de las torres, así como un carácter preventivo ante la proximidad de las tropas árabes, cuyo territorio, de la Taifa de Lérida, fue límite en algún momento con el valle. De hecho, el territorio, que estaba inicialmente poblado por aborígenes vascos, recibió una importante inmigración de gentes que huyeron de los árabes, hasta el punto de cambiar la etnografía.
Esta beligerancia condujo a la construcción de numerosos castillos, hoy casi desaparecidos, en la zona, lo que parece restar importancia estratégico militar a las torres, sin menoscabo de ese valor residual que pudieron, y debieron, tener, máxime cuando, como sabemos, era costumbre en determinadas zonas de arquitectura lombarda que junto a las iglesias se levantasen torres defensivas (recuerdo aquí la experiencia de Bernardo de Montecuccoli y también la experiencia de los primeros lombardos de Aragón), aunque bien es cierto que la estructura dada a las torres de las iglesias cuando tenían algún valor militar-defensivo y a sus ventanos, era bien diferente de la estructura con que cuentan las torres de Boí, cuyos espacios y tamaño de vanos son poco defensivos. . Lo mismo puede aplicarse a la comparación con las round Powers irlandesas, próximas a las iglesias y bien diferentes de éstas.
Tenemos así unas torres, alineadas entre sí a lo largo del valle (Por cierto, al margen, sí parecen alineados con Roma el trio Taull, Boi, Errill, las otras iglesias no lo he mirado), adosadas o incorporadas al edificio principal la casi totalidad de ellas con una estructura poco militar. Ello me lleva a dos consideraciones de utilidad: La primera es la de indicar a los transeúntes la ruta del Valle, especialmente de cara al infierno, quizás incluso con hogueras en su interior bien visible, lo que las permitiría desarrollar una labor de comunicaciones complementaria a la guisa de las atalayas árabes, pero, sobre todo comunicando su posición mediante el tañido de las campanas, tañido bien propagable a través de sus amplios vanos.
Pero lo que más me seduce es la segunda consideración de su utilidad, y para ello me dejo guiar por Jean Hani, para el cual, como para otros entre los que me incluyo,
en el románico no hay nada gratuito ni puramente fantástico.
Quiero empezar la referencia a Hani por el final, por su consideración sobre la presencia del gallo en lo alto de la torre, para decir que puesto que en el Boí no hay gallos omito sus espléndidas consideraciones. Y vuelvo al incio de sus pensamientos al respecto.
Hani comienza recordándonos que la incorporación de las torres a las iglesias cristianas es un hecho tardío, medieval, que antes no las había, yo personalmente lo asocio a la idea de “copiar” los minaretes árabes, y afirma que el simbolismo de las mismas se desarrolló en dos direcciones, la primera como la “
Torre de David” a que alude el “
Cantar de los cantares” (4,4: “
Como torre de David tu cuello, edificada como fortaleza; mil escudos de ella penden, todos los paveses de los héroes”) y en la que quiere ver una imagen de María (demasiado pronto para ver a María en las torres del Boí, digo yo) y de la Iglesia; es un simbolismo en el que no se hace referencia a las campanas y sólo se destaca el carácter “
ascensional” de la torre, es una imagen de la montaña, de la Montaña cósmica, y en ese sentido no puedo por menos de asociar a estas torres de Boí su magno marco montañero.
La segunda dirección a que Hani asocia el simbolismo de las torres de las iglesias está relacionada con su cometido como campanario asociado al simbolismo cósmico del templo en su conjunto, y centra su consideración, por tanto, sobre las campanas buscando en primer lugar un simbolismo en función de su tañido práctico que relaciona con la descripción que de las mismas hace Chateaubriand en su “
Genio del Cristianismo”, dice Hani que al sonar durante todo el día y durante todos los momentos trascendentales de la vida tienen “
una simpatía moral con nuestros corazones”, con lo que me identifico, pero al margen de ello, Hani afirma que si queremos saber lo que significan las campanas en una perspectiva religiosa hay que referirse al ritual de su bendición, que desarrolla en un estilo absolutamente bíblico los temas esenciales de su simbolismo tradicional, destacando de ellas, además, su bautizo y su vinculación a la consagración del templo lo que las confiere un carácter sagrado, productoras de un “
ruido sagrado”. La campana crea el “ruido sagrado” con el bronce (material de virtud purificadora, apotropaica, entre griegos y romanos) y en ese sentido, dice, ejerce una especie de “
exorcismo” contra las influencias demoníacas, incluyendo también en ellas las tempestades y tormentas a las que, por tanto, aleja.
En fin, como véis, algo más que vigilancia o belicismo en el mundo medieval; algo que me hace añorar el compartir una cultura como esa, en un tiempo como ese, en un lugar como ese. Saludos.