6. “Testigos presenciales”
Cristo en el Infierno
Antecedentes (léase sólo si no se sabe qué es el limbo)Según el cristianismo, desde que Adán y Eva cometieron el pecado original, todo el mundo nace con la mácula del pecado. Para limpiarla, condición imprescindible para acceder al Cielo, es necesario bautizarse. Este requisito dejaba fuera de la salvación a los niños que morían antes del bautismo y a todas las personas justas que habían vivido antes de que nacieran Jesús y san Juan Bautista y se adoptase el ritual del bautismo. Así, por ejemplo, resultaba contradictorio que alguien como Abraham, que casi sacrifica a su hijo Isaac por imperativo divino, hubiera de permanecer en el Infierno.
Para resolver esta contradicción, los teólogos,
no sé bien cuando, inventaron el limbo de los niños y el limbo de los patriarcas, un espacio situado en el nivel superior del Infierno, en el cual los justos habrían permanecido hasta la redención del pecado original que supuso la muerte de Jesús. Por razones que no se explican con claridad en la Biblia, cuando Jesús murió crucificado aquellas almas fueron perdonadas y se les permitió ir al Cielo.
«La cortina del Templo se rasgó de arriba abajo en dos partes, la tierra tembló y se rajaron las rocas, se abrieron los monumentos, y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron y saliendo de sus sepulcros vinieron a la ciudad santa y se aparecieron a muchos». San Mateo (27, 51).
Algunos pensadores medievales empezaron a preguntarse cómo se había producido esta redención y qué había sucedido con Jesús hasta que resucitó al tercer día y encontraron la respuesta en un antiguo texto cristiano que no había sido incluido en la Biblia, el evangelio apócrifo de Nicodemo (escrito tal vez hacia el siglo II). En este evangelio se dice que, tras morir crucificado, Jesús descendió al Infierno, se enfrentó a Satanás, liberó a los justos y, como signo de su victoria sobre el mal, colocó una cruz en medio de los dominios del Príncipe de las Tinieblas.
Fuente de iconografíaApunto las ideas apresudaramente que me esperan para comer:
- Junto con Satanás está la Furia.
- Cada vez que veamos puertas rotas, creo, que debemos situarlas en este contexto.
- ídem si vemos cruces en el Infierno o cadenas rotas.
- Al infierno se desciende. Por el texto no queda claro si hay varios niveles. En cualquier caso, hay una zona diferenciada que es el Limbo de los patriarcas.
- Dante tiene un pasaje extraño en el que no les dejan avanzar por el Infierno. Creo recordar que es en el círculo sexto, pero tengo que confirmarlo. Una criatura celestial, que no se especifica, baja y les abre las puertas. En este evangelio podría estar la clave.
He copiado el fragmento que nos interesa desde un ebook.
VERSaludos!