Matiza el buen Fer, con mejor criterio en otro tema al respecto de Fiore y tiene razón, como siempre.
Unos datos biográficos tan sólo:
Joaquín de Fiore vivió entre 1130 y 1202; fue su época una de las más interesantes del medievo, pues él mismo participó en la segunda Cruzada y tuvo en Constantinopla una intensa experiencia mística que reorientó su existencia. En esa vivencia espiritual, intuyó tanto su método "exegético concordístico", como su particular forma de entender la ciencia teológica a partir de entonces.
Conoció los años de Enrique II Plantagenet y Leonor de Aquitana y los cuatro hijos de estos, porque quién no recuerda a Ricardo Corazón de León, Juan sin Tierra o a su hija, Leonor de Plantagenet, reina consorte de Castilla entre 1170 y 1214 por su matrimonio con el rey Alfonso VIII y madre de los reyes Enrique I de Castilla y Berenguela de Castilla.
También tenía Fiore noticia directa de la tumultuosa vida de Federico I Barbarroja, emperador del Sacro Imperio. Ya al límite de sus días, siguió desde su retiro calabrés el desarrollo de la tercera Cruzada, presenciando el despegue del mundo urbano y de las escuelas catedralicias que significaron el repliegue de las escuelas monásticas, que hasta entonces tenían como guía a San Agustín y a Eurígena.
Quizá le llegaron ecos del arranque titubeante del gótico, de las primeras
summae teológicas y de la creación de la universidad parisina. Incluso es probable que se inquietara por las campañas almohades en Hispania, pues fue contemporáneo de Averroes y de Maimónides, y asistió a los orígenes del ciclo artúrico y de los grandes poemas épicos nacionales, como el Cantar del Mío Cid, contemplando el declive del feudalismo, en su momento de máximo esplendor.
Fue Fiore un protagonista de excepción del tránsito del alto al pleno medievo, pensador de una originalidad y de un vigor excepcionales y quizá por ello mismo, una de las figuras más manipuladas de la historia del pensamiento occidental.
Un momento para la reflexión al respecto:
Las Llaves de los Misterios del Reino de los Cielos
"De las llaves de los misterios."
"Por esta causa he traído las llaves de los misterios del Reino de los cielos, de otra manera nadie podría ser salvo. Porque sin los misterios ninguno entraría en el Reino de la Luz aunque fuera justo o pecador."
"Así pues, por esta causa he traído al mundo las llaves de los misterios, para poder liberar a los pecadores que han tenido Fe en Mí y me han escuchado, y liberarlos de los lazos y de los sellos de los Aeones de los arcontes y atarlos a los sellos y las vestiduras y las órdenes de la Luz, para que aquél que Yo libere en el mundo sea liberado en las alturas y para que aquél que yo vincule en el mundo a los sellos y a las vestiduras y a las órdenes de la Luz, sean enlazados en la Tierra de la Luz a las órdenes de las Herencias de la Luz."
"Para bien de los pecadores, me he separado en esta hora y les he traído los misterios para liberarlos de los Aeones de los arcontes y vincularlos a las Herencias de la Luz. Y no solamente los pecadores sino también los justos con el fin de que conozcan los misterios y puedan ser llevados a la Luz, ya que sin los misterios no podrían ser conducidos a la Luz."
"Los misterios son para todos los hombres."
"Por esta causa no los he ocultado sino que los he pregonado claramente y en voz alta, y no he separado a los pecadores solamente sino que he pregonado en voz alta para todos, a justos y pecadores diciéndoles: "El que busca encuentra, tocad y se os abrirá; porque el que busca la verdad la encontrará y al que toca se le abrirá." Porque yo he dicho a todos los hombres. "Buscad los misterios del Reino de la Luz que os purificarán, os perfeccionarán y os conducirán hacia la Luz." (Pistis Sophía", Capítulo 133).
[...]
"Jesús anima a sus discípulos."
"Jesús dijo a sus discípulos: "Tened confianza y no temas, benditos seáis, porque haré de vosotros señores sobre todos ellos y los pondré bajo vuestro mando. Recordad que os había dicho antes de ser crucificado: "Os daré las llaves del reino de los cielos." Ahora por lo tanto os lo repito: "Os las daré."
[...]
"Y Jesús les dijo: "Amén os digo: No solamente purificaré vuestros pecados sino que os haré merecedores del reino de mi Padre. Y os daré el misterio del perdón de los pecados para que aquél que vosotros perdonéis en la Tierra, sea perdonado en los cielos. Y para que aquél que vosotros vinculéis en la Tierra, sea vinculado en los cielos. Y o os daré el misterio del reino de los cielos para que lo realicéis por vosotros mismos con todos los hombres." (Pistis Sophía", Capítulo 141).
En una de sus profecías, de actualidad indiscutible, escribió:
Las profecías se están cumpliendo, los acontecimientos lo están confirmando... El Planeta está agonizando, y la Humanidad está sucumbiendo inmersa en el Mar Rojo de las pasiones, y adorando al "becerro de oro".
Durante su abaciato protagonizó una enorme discusión de gran calado teológico, en la que habría que aclarar, ante todo, que se enfrentaban dos concepciones teológicas distintas, por no decir contrapuestas: la griega y la latina. El Abad Joaquín rechazaba, en su
De unitate seu essentia Trinitatis, la formulación teológica de Pedro Lombardo -Maestro de las Sentencias- al que acusaba de cuaternarista por enseñar que en Dios hay tres Personas y una esencia. Entendía que tres Personas y una esencia son cuatro "cosas", es decir, cuatro
res. Joaquín, que se había convertido en Constantinopla, cuando tomaba parte en la segunda Cruzada, y que habitaba en el sur de Italia, tan fuertemente influido por el ambiente bizantino, no podía aceptar la posición lombardiana; sin embargo el Concilio Lateranense dio la razón a Pedro Lombardo. ¿Qué había ocurrido? Pues que el florense no había entendido los tecnicismos del Maestro de las Sentencias.
El debate sobre su ortodoxia se halla muy bien resumido en la segunda decretal del Lateranense IV, titulada
Damnamus ergo, y fue comentada con gran acierto, poco después de 1260, por Tomás de Aquino. Joaquín polemizó acerca del núcleo mismo del misterio trinitario y, por ello, su discusión con el lombardo ha sido ampliamente recogida por la manualística.
Apreciado Wasintonia, es tu turno.