Hola a todos
En primer lugar, sé bienvenida Marta.
En segundo lugar, uno vuelve de fin de semana, creyendo que, en el foro, habría sido un fin de semana tranquilo, de transición, y se encuentra con todo esto. Con permiso de las buenas entradas de Eadan y demiguel, aporto un dato más.
La verdad es que jamás hubiese creído que acabaría escribiendo lo que escribiré a continuación. A pesar de que sostengo que la lectura de Eadan sobre
Jacobus F Domini es la correcta, vale, admitamos que
EN EL LIBRO ABIERTO pone
JACOBUS APOSTOLUS, ¿y qué?. ¿Por eso tiene que tratarse de Santiago el Mayor, el patrón? ¿Qué méritos suponía referirse a él para un arzobispo o un obispo “dueños” de una villa episcopal como era Turégano? En Turégano, hay una lección teológica hecha piedra basada en la
Carta de Santiago y en los conceptos teológicos que de dicha carta se estudiaban en las grandes escuelas catedralicias o en las primeras Universidades, como la de París, en la que alcanzó el grado de Magister Theologiae Rodrigo Jiménez de Rada. Sólo se puede hacer teología, a partir de un texto canónico; de lo contrario, caes en una herejía, ¿no? ¿Qué decían algunos textos de teología “ortodoxos” estudiados en las escuelas catedralicias y Universidades medievales y sin cambiar para nada de la interpretación que estamos dando?:
“Pero hay hombres que del mismo Dios pretenden excusarse, a quienes dice el apóstol Santiago: Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.”“Mas porque los pelagianos dicen que sólo la gracia, por la que se perdonan los pecados, no es según nuestros méritos, pero que, en cambio, aquella gracia final, la vida eterna, se nos da por nuestros méritos, fuerza es que les contestemos. Si nuestros méritos los entendiesen de manera que vieran en ellos dones también de Dios, no habría por qué rechazar tal sentir; pero como entienden los méritos humanos de modo que el hombre por sí mismo los adquiera, con toda razón responde el Apóstol: Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? A quien tal piensa, con suma razón se le dice: «Dios corona sus dones y no tus méritos, si éstos por ti y no por él son méritos». Si tales son, malos son y Dios no los corona; pero si son buenos, dones son de Dios, porque como dice el apóstol Santiago: Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces. “(San Agustín,
Tratados sobre la Gracia. De la gracia y del libre albedrío, Cap. II,3 y Cap. VI, 15, versión electrónica)
Y, si os tomáis la molestia de buscarlo, comprobaréis por vosotros mismos que San Agustín al hablar de Apóstol Santiago se refería al hermano del Señor, no al Mayor, claro está. De hecho, San Agustín fue el primer Doctor de la Iglesia Latina que no dudó en atribuir la carta canónica a Santiago el hermano del Señor. En las piedras románicas, en sus detalles plásticos, no sólo hay estilemas, epigrafías, policromías..., también se reflejaron ideas, a pesar de que, muchas veces, parece que se olvide hasta en los procesos de restauración. Por cierto, tan magnífico y espléndido en Turégano, tal y como no nos cansaremos de decir.
¡Pobres teólogos redactores de los programas iconográficos, los grandes olvidados en el estudio del Arte Románico!
Un abrazo a tod@s