Hola a todos
Ya que es domingo, una entrada un poco larga. Cuando uno mira la magnífica portada de Platerías de Santiago de Compostela, uno tiene la impresión de que se cambiaron de orden algunas imágenes porque ya no se quería dar la lección teológica plástica que se diseñó en origen. En pocas palabras, los tiempos habían avanzado y con ello se había producido el cambio en el pensamiento de la Iglesia.
Si consultamos la bibliografía, está claro que los estudios ponen de manifiesto que hubo cambios en la iconografía de esta magnífica catedral. De hecho, existen estudiosos que sostienen y defienden la teoría de que algunos tímpanos y portadas se formaron por acumulación de elementos de otros lugares salvados de la quema. Pero, ¿y si tal quema hubiese favorecido poder cambiar las ideas de la primera lección teológica plástica que se había dejado esculpida en piedra?
Ya aviso que no he estudiado todo su conjunto, pero me han llamado la atención las cuatro piezas en las que Adán y Cristo Creador intervienen como protagonistas. Y me han llamado la atención estas cuatro imágenes porque se pueden ordenar siguiendo una lección teológica plástica determinada.
En total, son cuatro piezas que se agrupan en dos subtemáticas:
a) La creación de Adán, solo.
b) La creación de Adán, junto a Eva.
Sin embargo y esto es lo curioso del caso, las cuatro piezas se pueden ordenar siguiendo un esquema cronológico teológico:
1. El inicio la llamada primera creación de Adán:

Como hemos escrito,
el Cristo Creador y Adán representados con nimbo. Con este detalle, el de la aureola o nimbo, se marca el inicio de la creación de Adán a través de la indicación de la santidad de Adán antes de su pecado. Además, Adán se cubre con la mano desnuda. Con este gesto, se tapa el posible sexo y nos acercamos a la teoría de la creación del primer hombre como un ser asexuado, es decir, con una naturaleza espiritual a la manera de los ángeles, tema teológico del que nos habla la teología neoplatónica de algunos Santos Padres griegos. Es la representación de la llamada primera creación de Adán. Aquí, no interviene el limo de la tierra.
Citar:
“¿Acaso no se da a entender la naturaleza de las dos creaciones del hombre? Ciertamente, primero está escrito: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó”. He aquí la primera creación, en la que no se ha hecho ninguna mención al limo de la tierra ni tampoco al alma viviente... Evidentemente, primero expresa en singular la simplicidad de la naturaleza antes del delito: “A imagen de Dios lo creó”. Esto mismo -es decir, que el hombre ha sido creado igual a los ángeles pero no permaneció en aquella dignidad sino que inmediatamente comenzó a alejarse del bien”.
2. El primer pecado de Adán, el individual, el llamado sueño de Adán y su pecado de prevaricación:
Adán ya sin aura o nimbo de santidad, ha perdido su santidad, pues ha cometido el primer pecado. Por eso, se tapa, como conciencia de pecado. Y, además, está el detalle de los ojos cerrados que nos lleva hacia el denominado “Sueño de Adán”.
Citar:
“Y un sueño profundo sigue a este sopor –esto es, la desviación de la atención de las cosas eternas a las temporales, de Dios a la criatura-. “Una vez que –dice- Dios sumergió en el sopor a Adán”, esto es, el hombre se separó a sí mismo del vigor de la contemplación eterna y bienaventurada, despojado de toda virtud, sucumbió al placer de las realidades sensibles y se alejó de los sentidos espirituales”.
Por eso, se produce la llamada segunda creación.
Citar:
“Sigue la segunda creación, que toma su conocimiento de la división de la naturaleza en dos sexos, división añadida por el castigo de la prevaricación: “Los creó macho y hembra”. Pero expresó la división de la naturaleza humana en plural, debido al delito: “Los creó macho y hembra”. Y la semejanza a los animales racionales siguió a esta división: “El hombre fue hecho en un alma viviente”. Dios conformó en la naturaleza humana un nuevo modo de multiplicación por el que había sido animado por el pecado, implantando en la humanidad un modo de sucesión entre ellos, propio del animal irracional, en sustitución de la nobleza angélica”.
3. La segunda creación de Adán

Debido al primer pecado de Adán, Dios añade a la naturaleza espiritual del hombre una segunda naturaleza material concretada en la división de los dos sexos: Adán y Eva. Tanto Adán como Eva se cubren, pero sin hojas, y lo más sorprendente del caso es que los dos miran a Dios mientras sonríen. Lo podéis comprobar vosotros mismos, tanto Adán como Eva están sonriendo.
Citar:
“En lo que hay que señalar que después de dormirse Adán la Escritura introdujo la creación de la mujer, para significar con esto que si la naturaleza humana no hubiera abandonado con el movimiento irracional de su voluntad libre la integridad simple y pura de su creación por la que fue creada a imagen de Dios, sino que hubiera permanecido siempre e inmutablemente en la contemplación de la Verdad, no hubiera padecido en absoluto su escisión en dos sexos a semejanza de los animales irracionales, sino que se multiplicaría del mismo modo con el que se multiplica el número de los ángeles sin sexo”... “Ni la Escritura guarda silencio sobre esto. Pues inmediatamente después de la transgresión, habla de que la naturaleza humana, que era simple antes del pecado, fue dividida después de la caída en el doble sexo”.
4. El pecado original, el segundo pecado del hombre:

De nuevo, Adán y Eva se cubren con elementos arbóreos; pero, además, el creador (con libro) señala hacia Eva, como indicando a la culpable del inicio del pecado que han cometido, ahora sí, de forma conjunta.
Lo curioso de todo este ciclo es que no existe ninguna pieza que, de forma directa, reproduzca el llamado Pecado Original con la aparición explícita del Árbol del conocimiento y de la serpiente. O, al menos, yo nunca lo he sabido ver a lo largo de todas las piezas de esta hermosa portada de Platerías.
Esta posibilidad de explicación de las cuatro piezas como una lección teológica plástica unitaria que incide en cuatro momentos teológicos diferentes de la creación del hombre es lo que me ha llamado profundamente la atención. Para mí, no son cuatro piezas, repetidas de dos en dos con un mismo contenido, que se amontonan o se colocan sin orden ni concierto en un momento determinado de la historia de esta magnífica catedral, sino cuatro imágenes que hablan de diferentes momentos teológicos de un mismo tema: la creación de Adán. Y este hecho me ha sorprendido.
No solo eso. Son cuatro piezas que parecen hechas por cuatro maestros escultores o por cuatro talleres diferentes. Solo hay que mirar para ver que las cuatro imágenes son obra de cuatro manos diferentes. Sin embargo, fue un único teólogo redactor el que dictó la lección teológica plástica que se tenía que esculpir. Por eso, no me canso de revindicar la importancia de los detalles plásticos en el estudio del Arte Románico y la gran importancia de conocer el pensamiento de la época a través de la figura del teólogo redactor de las determinadas iconografías. Si os fijáis, casi nunca escribo acerca de los maestros canteros, de sus estilemas o rasgos formales. Creo que la comprensión plena del Arte Románico se consigue a través del estudio del pensamiento que se refleja en los detalles plásticos. Estudiar solo el trabajo manual de los maestros artesanos nos lleva a analizarlo muchas veces como un arte esteticista, cercano al concepto del arte por el arte. Y de una cosa sí que estoy seguro y convencido: al colocar las diferentes iconografías en las catedrales, colegiatas, iglesias de monasterios…, sabían muy bien lo que se hacían porque siempre había un teólogo redactor inspeccionando los contenidos.
Pero, claro, todo este escrito es una lectura personal y propia. De hecho, los demás elementos plásticos de la portada ni los he empezado a leer. Me he detenido en las cuatro piezas pétreas que tienen como protagonista a Adán y, además, en las cuatro también está Cristo como
PRINCIPIO creador.
¡Feliz domingo!Un abrazo a tod@s