Desde luego que sí, queridos amig@s, frugales anécdotas que subyacerán en el recuerdo del viajero durante mucho tiempo... ¡y yo que soñaba con una
Allada de Peixe Sapo o en todo caso, si muy caro por la temporada, con un buen
Polvo a Feira...! ¡Menos mal que la carne de la hamburguesa supongo que era de ternera gallega!. En fin, que os pido muchas disculpas por la broma, pero el primero de año compensaré con la anécdota de las
zamburiñas frente a la mar de Foz, rememorando a través del abismo atlántico las gestas de San Brendan y visualizando mentalmente -se disparó la saudade con el ribeiro- las costas de Irlanda tras el rumoroso horizonte marino.
Volviendo al monasterio cisterciense de las monjas Bernardas de Ferreira de Pantón -comunidad monacal que ha conseguido susbsistir hasta nuestros días (36 hermanas en 1997), conocemos noticias de él -como monasterio familiar- ya en la primera mitad del s.X ¡
!, aunque la irrupción del cister no será hasta 1117, cuando la hija de Alfonso VI, Elvira, y su esposo el conde Fernán Fernández, efectuarán una donación de la cuarta parte de este monasterio -con todas sus pertenencias, casas, tierras e iglesias- a San Pedro de Cluny. En 1175, las monjas que moran en él, adoptan los usos del Cister y quedan bajo la tutela del abad cisterciense de Meira (LU)*.
IGLESIA DE SANTA MARÍA -MONASTERIO DE FERREIRA DE PANTÓN-Pese a la concisas instrucciones del fundador de la orden del Cister, Bernard de Clairvaux o Claraval, el románico de la Iglesia de Santa María, nos muestra figuraciones fantásticas, sorprendentes acróbatas y figurados animales mitológicos, bolas junto a motivos vegetales, que ilustran estupendamente los canecillos del ábside, una de las más notables y mejor conservada muestra del románico que veremos en la ruta. Una vez en el interior, la impresionante escultura absidial, nos llevará de inmediato a los capiteles del arco toral, en el que vemos a un lado, extrañas escenificaciones zoomórficas, compuestas por ensoñadores animales utópicos, grifos alados y toros, junto a una cabeza que asoma entre diversos motivos vegetales.
En la ventana central del ábside, diez avecillas reposan melodiosamente sobre las ramas de un árbol,
mientras que a su derecha, hacia el lado norte, en los arcos principales que parecen sujetar la bóveda de cuarto de esfera, hay dos extraños capiteles que muestran a un personaje, identificado por algunos autores con Cristo, con dos leones besándoles los pies, y mientras el primero de ellos parece como provisto de alas,
el del arco principal, aparece con los brazos extendidos en cruz, mesando las cabelleras de los leones, de cuyas bocas salen inacabables lenguas, en las que meciéndose -sin embargo- en el entramado místico que forman -como de enmarañadas ramas-, nos recuerdan simbólicamente una de las propiedades del Libro de la Sabiduría de Daniel, la Divina Elocuencia o Hagia Sophia, que atrapa inexorablemente a quien la escucha.
Antes de irse, recuerde la austera vida monacal de estas hermanas de clausura, que fabrican artesanalmente unos deliciosos dulces, que no anuncian; no digo que con su fe sobrevivan, pero si que con su trabajo y sus oraciones, mantienen esta inigualable iglesia en el estado que vemos, favoreciendo con su actitud permisiva los planteamientos respetuosos para la difusión del arte románico universal, ya que desgraciadamente, de nada sirve rezar cuando todo se abandona.
La rica ornamentación de las impostas y sobre los cimacios de los capiteles, completan de manera magnífica la escultura de este Templo.
ALGUNAS FUENTES:
RUTAS ROMÁNICAS EN GALICIA, Manuel Chamoso Lamas, Vitoriano González, Bernardo Regal. Ediciones Encuentro S.A. Madrid. ISBN: 84-7490-429-3. Dep. legal: M-45777.