Teverga (O)

Templo de San Pedro de Teverga.
Pergaminos medievales, datados a partir del siglo XI, comienzan a transmitirnos noticias acerca de Teverga y su iglesia de San Pedro. De 1036 es una lápida con la dedicación de una iglesia de San Miguel de Teverga que parece estaba situada paralelamente a la actual de San Pedro.
Muy tempranamente debió de fundarse el monasterio de San Pedro bajo la regla benedictina para pasar a ser Colegiata de canónigos, como consta por documento de 1149, bajo la dependencia del Cabildo Catedralicio ovetense.
En cuanto a las construcciones del monasterio y la colegiata allí quedan, aunque muy modernizadas y sin demasiado interés arquitectónico.
La iglesia, casi un remedo de la primitiva iglesia de San Isidoro de León (1063), con su porche sobre columnas, su tribuna, sus tres naves, sustancialmente ha llegado hasta nosotros, aunque su cabecera de tres capillas fue modificada posteriormente, y su tribuna totalmente rehecha y modernizada, no conservando de la primitiva más que el lugar y los muros.
El valor mayor de este templo radica en que nos transmite un tipo de iglesia que puede fecharse hacia 1069, casi intacto, en donde pervive y se armoniza una doble tendencia: la indígena y tradicional iglesia asturiana, de gran esbeltez, con sus tres naves divididas por arquería, sus bóvedas de medio cañón, su cabecera cuadrada con sus tres capillas, y las nuevas modas de la alborada del románico que irrumpe en España y llega hasta este apartado rincón del noroeste peninsular por la acción de Sancho el Mayor de Navarra y de sus dos hijos, especialmente del rey de León Fernando I. (50)

Este templo, del siglo XI, se ha venido considerando como ejemplo de transición entre el prerrománico y el románico al reunir característica de ambos periodos, o como muestra del arraigo de soluciones arcaizantes en un inmueble ya románico, constituyendo la primera muestra de este estilo en la región. Inquietantes relieves zoomórficos. Momias. Cristo crucificado del siglo XIII.
El templo conserva la triple distribución de naves y ábsides de cabecera recta, el verticalismo, el total abovedamiento o la sensación espacial. Sin embargo, son ya románicos el uso de sillares bien escuadrados, las saeteras que generan penumbra frente a las celosías que tamizaban la luz, los pilares cruciformes e incluso la utilización de columnas, que en el tercer periodo del arte Asturiano se había abandonado. También resulta novedoso el recurso al amplio porche, cuya función seguramente se relaciona con el culto funerario.
La decoración escultórica se concentra en canecillos, molduras y capiteles. Además de los motivos de ajedrezado destacan las representaciones zoomórficas y las inquietantes de extraños animales simbólicos o figuras diversas con cabezas de bestias.
Pero junto a su indudable interés arquitectónico, San Pedro de Teverga merece una visita por el Cristo crucificado que se custodia en su capilla mayor. Se trata de una pieza tallada en madera y policromada a principios del siglo XIII.
Por otra parte, en el templo se conservan los cadáveres momificados del Marqués de Valdecarzana y su hijo Pedro Analso de Mirada, abad de la colegiata desde 1690 a 1720. (329)
 

 
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