Iglesia de Santa María.
La iglesia de Santa María de Retortillo se levantó en su día en la ignorancia de que se hacía sobre las ruinas de la romana ciudad de Julióbriga y sobre una muy vieja necrópolis altomedieval de repoblación. Sobre el mismo sitio se fueron superponiendo las civilizaciones vivas sobre las muertas.
Es otra vez el Cartulario de Santillana el que en el siglo XI (1057) nos ofrece la primera mención de una aldea llamada entonces Rivo Tortillo.
Exterior de la iglesia. Es un edificio casi completo, románico, de una sola nave y un solo ábside semicircular y su análisis detenido no deja de plantear problemas.
Lo primero que destaca es la espadaña, colocada sobre el hastial, al modo normal, que se halla tapada en parte por la construcción posterior de una escalera que accede al cuerpo de troneras, dos en bajo y una centrada en el frontón, las tres con arcos apuntados y guardapolvos de hojas cuatripétalas inscritas en círculos. Una imposta que hace también de cimacio (sin capiteles) va decorada con puntas de diamante y bolas.
La puerta actual de entrada a la iglesia está en el muro sur, hoy desprovisto de un pórtico que fue demolido en la última restauración que se hizo hace algunos años. Existe un tímpano en excelentes condiciones cuando estaba protegido, pero ahora puede que se deteriore ya que está expuesto al aire y a las frías intemperies de la zona.
La puerta es muy simple, un sencillo arco de medio punto, doblado, que apoya en cimacio en panal de abeja y éste sobre jambas desprovistas de columnas. Sobre la puerta, pero no en ella, aparece el citado tímpano que permite suponer, por sus características, puede ser resto de un edificio anterior, también románico, que pudo haber sido modificado por la última fábrica de la iglesia. Se trata de un tímpano en medio punto, con borde de doble baquetón, que lleva en su interior, en relieve destacado.
Los canecillos de este muro sur desaparecieron cuando se construyó el cobertizo de la fachada. Sí se conservan los del muro presbiterial de este lado meridional que sostienen una cornisa de caveto con pequeñas esferillas talladas. Son siete los canecillos: cruces en círculos, vegetal, pirámides superpuestas, figura humana erosionad, liebre desgastada.
El ábside se divide en tres calles verticales separadas por contrafuertes que se convierten en el último cuerpo en columnas geminadas que llevan sus capiteles a la cornisa. Cada calle tiene una ventana. La central, como más principal, lleva chambrana de cuatripétalas en círculos tangentes, arcos de medio punto, una arquivolta de baquetón que apoya en capiteles de gallináceas afrontadas, bastante desgastados, y éstos en fustes monolíticos. El abocinado se inicia con una armadura que parte del alféizar y se limita con un baquetón tallado en los sillares. Las ventanas laterales son parecidas pero carecen de columnas. La cornisa del ábside, en caveto con bolas como la del presbiterio, se sostienen por doce canecillos a más de los dos capiteles de las columnas: bola con caperuza, pájaro (erosionado), aspa en caveto, desgastado, capitel con dos animales enfrentados, cabeza humana, algo sobre caveto, animal, capitel de columna desgastada, animal en caveto, caveto con algo animal. La cornisa del presbiterio norte lleva seis canecillos, con cabezas humanas muy erosionadas, bolas con caperuza, aves con sus crías, en caveto, etc.
El muro norte parece muy modificado, con cornisa prismática sin decoración y sostenido por ocho canecillos de proa de nave, ya de avanzada cronología románica.
Interior. Es muy compleja la constitución del interior de la iglesia de Santa María de Retortillo, pues analizando las estructuras del ábside, presbiterio, arco triunfal, cubiertas y puerta del hastial, todo románico, encontramos marcadas diferencias que pueden ser causa de las actuaciones realizadas a través de sucesivas etapas de construcción y acondicionamiento de la arquitectura.
El ábside lleva bóveda de cascarón apoyada sobre imposta corrida de hojas cuatripétalas inscritas en círculos, que recorre después el presbiterio y viene a formar los cimacios del arco triunfal. Éste es de arco apuntado, siendo la bóveda igualmente de cañón apuntado en el presbiterio. El muro del ábside lleva ventana central abocinada con columnas y capiteles. El izquierdo, de hojas muy geométricas, ovaladas y planas; el derecho, con piñas en lo alto. Los cimacios son geométricos sin decoración.
Lo más destacado de la zona absidial son las credencias del presbiterio que, aparentemente, tienen un aire más arcaico tanto por su disposición de fustes únicos, no dobles, como por la decoración un tanto primitiva de sus capiteles e impostas. Se forman, a izquierda y derecha, por dos armaduras ciegas, de medio punto, con chambrana de ajedrezado en tres filas y arquivolta de baquetón que apoya sobre cimacios decorados, con entrelazos diversos, serpientes afrontadas, moldurajes horizontales, etc.
El arco triunfal lleva capiteles de estilo totalmente distinto a los de las arcaduras. La maestría de su talla, la excelente composición de los temas que tratan, el cuidado minucioso de la labra, el estilo de las figuras, etc., nos llevan, sin ningún género de duda, a buscar su cantero entre alguno de los mejores que trabajaron en el monasterio de Aguilar de Campoo, en una cronología cercana, en algún año más o menos, al 1170. Las basas de las columnas del triunfal, con fustes medios y entregos, son de grueso toro inferior con bola, espiral o cabeza de máscara.
La puerta del hastial del oeste, bajo la espadaña y muy oculta al exterior, es de tres columnas a cada lado, con capiteles de arpías sobre acantos, todo muy erosionado.
La nave, hacia los pies, parece muy modificada, cubriéndose con bóvedas de nervios, pero aún se mantienen lo que serían los responsiones románicos que darían paso al segundo tramo, con sus medias columnas entregas, con basas de lengüeta. (1)
Posee una pila bautismal troncocónica que se asienta sobre basa grande, todo el conjunto carente de decoración. (419)