Monasterio de San Pedro de Arlanza.
El monasterio de San Pedro de Arlanza está considerado como “Cuna de Castilla”.
Hoy, aquella célebre abadía medieval, de grandeza sin igual y exquisito románico, es un ramalazo a la incuria humana. Sus ruinas, sin embargo, todavía siguen apostando por el arte.
Para llegar hasta aquí hay que acercarse hasta Hortigüela. En un recodo del río Arlanza aparecen las ruinas de San Pedro de Arlanza. Quedan dependencias monacales, claustros y arcos que se niegan a desaparecer y, sobre todo, los restos de la monumental iglesia románica, su planta y los gigantescos pilares que sostuvieron sus bóvedas, los ábsides semicirculares, la torre, arcos torales y ventanales.
En 1080, los maestros Guillermo y Etostem comenzaron la construcción de la iglesia abacial, maravilloso ejemplar románico de planta basilical de tres naves y muros de sillería con arquitos lombardos. Se conservan los tres ábsides semicirculares, esbeltos y de amplios presbiterios.
La torre, de finales del XII, se adosa a la nave norte y es un bloque macizo de planta cuadrada compuesto por tres cuerpos a los que se asciende por un jusillo. Es de piedra de sillería perfectamente pulida y conjuntada. Su única decoración se limita a unos arcos ciegos, con ligero apuntamiento, en el cuerpo inferior.
Varios restos románicos se encuentran repartidos por el complejo monástico, especialmente por el claustro y la sala capitular. (63)
Monasterio de San Pedro de Arlanza.
El monasterio de Arlanza, muy ligado en sus orígenes a la familia de Fernán González, será elegido por éste como lugar de sepultura para sí mismo y para su primera esposa la princesa navarra doña Sancha.
En 1080, bajo el gobierno del abad Vicente, los artistas Guillermo y Etostem emprendían la construcción de una basílica de tres naves sin crucero, encabezadas por otros tantos ábsides con tramo recto muy prolongado, cuyas monumentales ruinas todavía pueden contemplarse. (314)
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